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poco miramiento respecto del Santo Padre
en casa. del P ríncipe Pallaviciui; el otro babia hecho
imprimir en Florencia baj o el velo del anónimo un
panfleto inj urioso contra el breve y la persona del
Papa; y el tercero escitára
A.
la nobleza de la ciudad á
oponerse
á
la
publicacion del breve: conducidos al pa–
lacio arzobispal, bien pronto fueron puestos en liber–
tad po r la j enerosidad del Paplt. Con la misma jene–
rosidad recomendó
á
Carlos IITá los jesuitas españo–
les, que no habían sido puestos en las listas de las
pensiones, por encontrarse entonces fuera de los es–
tados del Rey católico, quien mandó agregarlos. Re–
comendó
á
los demas jesuitas á sus soberanos,
y
en–
tre ellos all{ey de Portugal, pues el Papa gastaba
sesenta mil francos anuales en el mantemmiento de
los jesuitas de ese reino. En la reforma que hizo del
colejio romano, conservp cuatro profesores jesuitas."
§.
2.
o
405. El breve fué acojido con profunda veneracion
en Francia. Carlos III se llenó de un júbilo inespli–
cable, cuando el auditor de la nunciatura se lo pre–
sentó. Los obispos españoles lo publicaron en sus dió–
cesis, y lo acompañaron con sus pastorales. Pero en
ninguna parte fué recibido el breve con mayor entu–
siasmo que en Portugal. El regocijo del Rey de las
dos Sicilias no fué menor, é hizo 'saber al Santo Pa–
dre, que estaba pronto á restituirle los ducados de Be–
nevento
y
de Ponte-Corvo en muestra de reconocimien–
to. El Rey de Cerdeña hizo ejecutar el breve con se–
ñales de veneracion profunda á la Santa Sede. La
emperatriz :María Teresa mandó ejecutarlo en sus es–
tados hereditarios de la manera mas conforme
á
las
piadosas intenciones del Soberano Pontífice; y no por
insinuacion del Papa ó de su nuncio, sino espontá-–
neamente, mandó suprimír todas las sátiras
y
pan–
fletos, que los ex-jesuitas habían esparcido contra
e] breve."
406. '·Eu otras par tes cl el
,~asto
imperio de Alema:-