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blos, ya era la visita imposible, llena de costos inso–

portables y de inconvenientes terribles. Y si se per–

sistía, ¡qué de oposiciones, qué de'bullas, qué de al–

borotos no se fraguaban! El P. visitador Garriga de–

cía entre otras cosas-"este libro servirá únicamenté ·

para las visitas de los padres provinciales, que para la vi–

sita de los señores obispos servirá ehnismo que hay de

sus visitas-La visita de los obispos en cosas tocan–

tes al oficio de curas, nadie se la puede quitar; pero

si quisiesen visitarnos

de vita et moribus,

no se ha de

permitir sino estorbarlo en virtud de nuestros privile–

gios; pero si persistiesen, se mandará á nuestros indios,

que de ninguna manera les den avío para pasar adelante

en la visita de nuestras doctrinas." Por último, tie–

nen los padres á prevencion contra lo futuro el idio–

ma reservado. Si la Corte quiere tomar una med.ida,

¿de qué otros se podría el Rey valer? Hay idioma.s

9-e pueblos que solo los padres- entienden; y por eso

castigan con irremisibles azotes á los que quieren

usar de,l español. Desde que yo estoy en esos pueblos,

lo he sabido de 1nas de cincuenta, y los infelices no

se atrevían á hablarme sino

á

solas y sin testigos por

que no .Jos acusasen."

'

. 278. En la segunda parte de su tarea se propone el

escritor, hacer patente "la resistencia que opusieron

los padres de la conipañia al tratado que celebraron

los reyes Fernando VI de España y 'Juan V de Por–

tugal, para perpetuar la union de las dos naciones

por medio de una demarca6ion y línea divisoria inca–

paz de controversias. Para todos,dice, fue de grande

satisfaccion el tratado, menos para los ingleses, cuyo .

co1nercio menguaba, y p9,ra los jesuitas que perdían

parte de su reino."

Compusieron un enorme proceso, con titulo de re–

presentacion á la Real audiencia de Charcas, en que

se amontonan á millones las calumnias é inconvenien–

tes contra el tratado y sus autores, á fin de desaCI·e–

ditarle por estos paises. No acaban1os de admirar la

osadía y descaro con que en ellos se miente; pero sabían

los padres, que puestos de sus plumas y dichos de su.s