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mos por apreci::tble mas que el cuero. El vestuario es
de algodon, que él lo siembra
y
beneficia hasta ves–
tirselo,
y
su valor no ll egaría, aun comprándolo, á
cuatro pesos, siendo el infinito sobrante para los al–
macenes de Santa Fé
y
Buenos-Ayres. La conduc–
cion nada cuesta á los padres, pues ]a hacen los in–
dios en embarcaciones propias, y el sustento de ellos
es. carne seca., que traen y llevan cuando no la hallan
fresca en el camino. Los trabaj adores no llevan
jornal."
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273. Pasa luego el escritor á esponer la atribucion
que ejerce el P. general, de "dar leyes
y
levantar tri–
bunales
y
consejos supremos, donde se sentencien de–
:finitivaménte pleitos sobre térmü1os, tierras y hacien–
das de tan dilatado pais, reservándose la.s apelaciones
de agravio en el caso de notoria injusticia." Cópia al
efecto una disposicion del P. general Francisco Retz,
donde minuciosamente ordena y manda lo relativo á
los puntos indicados. Y 'para que alguno no fuese á
creer, que tales .pleitos eran entre indios, añade-"á
ningun indio se le ha pasado todavía por la imajina–
cion el armar una de esas contiendas, ni se les dá un
ardite de que. sus curas e1ltre sí las tengan, pierdan ó
ganen, y ni noticia tienen de que se haya pleiteado ó
sentenciado sobre tal término ó tierra; ni el P. gene–
ral habla sino con los padres.''
"Y no solo daba leyes el general en lo civil sino
tambien en lo criminal, y cópia al caso las disposicio–
nes, donde se numeran varios delitos y se les imponen
determinadas p_enas, por ejemplo, contra los homici–
das, ó que emplean yerbas y polvos venenosos, los
que cometen incestos y ot:¡;as impurezas, y contra los
hechiceros, que despues de un año de cárcel, y del
competente número de azotes, serán arrojados con
demostracion de rigor é ignominia á las tierras de los
españoles." · Es muy notable un mandamiento del P.
general Miguel Angel Tamburini, que dice así–
"Mando que, de ningun modo se entregue delincuen–
te á ningun juez secular ó gobernador de cualquiera
autoridad que sea."
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