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hay real hacienda, hace mérito de una disposicion del
. P. general Tirso Gonzales, qué así
decia-'~porque
no
haya reparo acerca de Ia administracion de lo tempo–
ral de los indios, me ha parecido espresar, ql).e el su–
perior ae las doctrinas es general administrador de
todas ellas, con facultad de disponer
á
solo el provin–
cial subordinada." El autor continúa así-"supongo
que el P. provincial tendrá tambien la facultad de
disponer
á
~olo
el general subordinada, y que
por
consiguiente, este será el Rey y aquel el Virey de es–
tas doctrinas."
Entra el alftor en cuentas á presencia de datos
e-stadísticos, y con la pluma en la mano, y hacien–
do rebajas con prodigalidad en la venta de cue–
ros y de yerba, sobre la palabra misma de los padres,
reduce "el producto de esas misiones
á
un millon de
pesos al año. Lleva despues la cuenta de los gastos,
y manifiesta que el tributo para las cajas reales, el
precio del hierro, herramientas
&?-,
el vestuario, vino y
polvillo de los padres, plata labrada, ornamentos de
Iglesia y otros gastos, no llegan en las 1nisiones á
mas de veinte n1il pesos, quedando el resto, es decir,
.casi el millon á las órdenes del P. general de la com–
pañia. Computa luego otras entradas de medio mi–
llon por otros colegios y misiones de la misma pro–
vincia de los guaranis; de tres millones por la pro–
vincia de Méjico, otros tres por la del Perú, dos por
' Quito y Nneva Granada, millon y medio por Chile, y ·
dos por la de Filipinas y Cinaloa, ademas de lo que
le rendirán las provincias establecidas en el reino de
Portugal,
a.síen la península como en América, Afri–
ca
y
Asia,
y
las otras provincias de todos los paises
católicos, de donde deduce, cuan pingue debe ser la
hacienda del reino jesuítico, presidido por el P. ge-
neral." .
·
No debe dejarse en olvido lo que dice
á
propósito
de la manutencion deJos indios, como si los gastos
que en ellos se hicieran, fueran gran parte en el des–
cuento del millon-"La comida y bebida del indio
nada cuesta ni vale aquí, pues en las reses nó conta-
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