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ARTICULO XXII.
Estincion de la compa
?l.ia.
§.
1.o
392.
E rít cosa singular ver
á
Clemente XIII empe–
ñado en r ecomendar, elojiar y llenar de privilejios
á
la compañia, mientras que los reyes trataban de espe–
lerla de sus estados. En su constitucion
apost6licum
pascendJ,
ele
13
de Enero de
1764,
para contradecir las
voces perversa.s de los que de p9Jabra y por escrito
hablaban mal del instituto, hasta llamarlo impío ó ir–
r elijioso, declara, que dicho instituto ele la compañia
de
J
esus es piadoso en sn fin y sus 1nedios, con que
propaga la fé, instruye
á
la juventud, administra los sa–
cramentos, y da misiones por los can1pos. Aprueba
y
confirma el instituto, y las congregaciones,
y
las cons–
tituciolies pontificias que se dieron en alabanza de la
compañia, y quiere que se t engan por insertas palabra
por palabra.
Tambien en otra de
10
ele Setiembre de
1766
que
empieza-AnimaTum
saluti,
á solicitud del general Lo–
renzo Riccí, colmó de indulj encias y privilejios
á
los
padres de la compañia en las I ndias. Pero todos es- "
tos esfuerzos de los r everendos padres; y las constitu–
ciones, arrancadas mas bien que concedidas, eran
precusores de estrañmniento y estincion; y los tan as–
tutos jesuitas apuraban su propia ruina con sus im–
prudencias y pasos torpes: estaban ciegos y endurecidos.
E l asunto de los jesuitas empezó
á
t omar un aspec–
t o 1nas alarmante para ellos; pues no contentos los
mon~rcas
de Portugal, y los de la dinastía de .Borbon
de haberlos estrañado de sus dominios, se empeñaron
en que el Santo Padre estinguiera la órclen de la com–
pañia. "Tal solicitud hizo grande eco en Roma;
y
es–
pantó
á
los j esuitas y
á
sus amigos. Los mas prudentes
entre ellos comenzaron
á
reflexionar, reconociendo la
imposibilidacl.demant ener la compañia
á
pesar de la
t empestad, y á adherirse
á
la opihion de aquellos, que
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