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unidos

á

lo8 testimonios ele otros hechos anteriores,

se prestan 1nútua luz, y conducen al descubrimiento

de la verdad: si todos los hechos no son 'ciertos, por·

lo menos todos ellos son creíbles.

En

1598,

naba licencia el P. Esteban Ojecla vi ita–

c1or de la provincia de Toledo, para que se· impri–

miese la obra del P.

~1ariana

de rege et regsi ingtitutione,

con facultad especial del general Aqnaviva, y apro–

baciones prévias de varones doctos y grave:3 de la ór..

den. La obra se imprimió en Toledo en

1599,

hacién–

dose otra edicion en :Maguncia en

1605.

De su par–

te "fundára un año antes el rey Enrique un colejio·

·de jesuitas en Anjou, le dió una renta de once mil es–

cudos de oro; hizo que la Asamblea del clero le votase

cien 1nil escudos, y cuando el Parlamento quiso repre:.

sentarle por escrito antes ele rejistrar este edicto, no

lo permitió. En el año siguiente, en el propio año'

que se reimprimió el elojio del asesino del predecesor

de Enrique

IV

hizo éste derribar la pirámide que ha–

bia sido levantada en 1nen1oria del atentado de Juan

Chatel, porque

b

inscTipcion inculpaba á los

jesui~

tas de haber exitado al.asesinato."

[288]

Sucedía una cosa particular en la tempestad: que

:::.rnenazaba por la mano de Ravaillac, hombre de un

aopecto siniestro y repugnante. "Quiso hacerse ful:.

dense, pero los padres no se atrevían

á

mirarle. Quiso'

hacerse jesuita, y los jesuitas lo repelieron, bajo el

pretesto

~1e

que había estado en un convento de ful–

denses. El no ocultaba sn' pensamiento, pedia ce:mse–

jo á nn capellan,

á

un fulclense, á un jesuita;

y

todos

se hacen sordos sin querer comprenderlo. A un fui–

dense le preguntaba ¿un hombre que quiere matar

á

un Rey, deberá confesarse? Un franciscano, á quien

le habla en confesion de un hmnicidio voluntario, no

le pregunta lo que significa la palabra. Espanta ver–

daderamente que, tratándose de la muerte de un Rey,

todos oyen

á

mediapalabra, no se comprometen y de–

jan ir al loco." "Parece que el gobierno, dice otro es–

critor, quería mas bien apagar la luz que buscarla;

y

de todas las circunstancias de este crímen resulta úni-