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176-

Rey no es crímen de lesa magestad, porque no es

súbdito del Rey. Cuando recae sobre el tirano

unjui~

cío público, dada la "Senteneia,

cualquiera puede ejercet–

la."

(259)

Sebastian I-I eisio- "tengo por mejor y co..

mo de 1nuchos la sep.tencia, de que el privado no pue–

de poner las man os en el prín_cipe lej ítimo antes de

hab~rse

dado una sentencia pública, en que se decla–

re tirano y enemigo de la República. Esta doctrina

está confirmada por Cayetano, Soto y)os teólogos de

nuestra sociedad, Valencia, Lesio, Riche01no, Gl·et–

zer

y

otros: nuestro Saa

~lijo

lo mismo bien

y

breve–

mente; Ahi tienes pues la sentencia comun de losje–

suitas; por consiguiente no hay peligro para los prín–

cipes, cuando todo el pueblo los tiene por titanos, si–

guiendo el consejo de personas doctas y graves, se–

gun lo exige Mariana, siendo ellos jesuitas, como ya

lo has

vis~o."

(260)

.

El P. Juan Niariana en su obra intitulada-de

re,qe

el

re.c;is institutione,

impresa con la licencia del P. Es–

t~ban

Ojeda,

visita~or

de la compañia- en la provin–

Cia ,de Toledo, CQn

facultac~

especial, concedida por el

P . general Claudio Aquaviva, y prévia la aprobacion

de varones doctos y graves de la compañia, dedica -qn

capítulo para examinar,

si seria lícito matar al tirano.

Empieza refiriendo el hecho cometido por "Jacobo

Clemente, relijioso domíni_do que estudiaba teología,

y

que había preguntado

a

los

~eólogos,

si habria de–

recho para matar

á

un tir_cpw.

Pidió audiencia al Rey

Enrique 3? para quien llevaba cartas que entregar;

se le manda.

v~lver

por la contestacion al dia siguien–

te, que entra al

dor~itorio

del Rey y le hiere con un

puñal enverl:enado. Los

auli~os

matan á J acobo Cle–

mente

con · fierez~

y crueldad, conservando él un sem–

blante alegre

y

sin decir una palabra, felicitándose de

que con su sangre había redimido la libertad de la

patria

comu~

.. Con la muerte del Rey se adquirfó una

gran reputacion: la muerte del Duque de Guise que–

·_dó espiada con otra muerte, y á sus manes fué ofreci–

da en sacrificio una sangre real. Así Clemente,

honra

eterna

de la Francia,

á

juicio de la mayor parte, en la