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Rey no es crímen de lesa magestad, porque no es
súbdito del Rey. Cuando recae sobre el tirano
unjui~
cío público, dada la "Senteneia,
cualquiera puede ejercet–
la."
(259)
Sebastian I-I eisio- "tengo por mejor y co..
mo de 1nuchos la sep.tencia, de que el privado no pue–
de poner las man os en el prín_cipe lej ítimo antes de
hab~rse
dado una sentencia pública, en que se decla–
re tirano y enemigo de la República. Esta doctrina
está confirmada por Cayetano, Soto y)os teólogos de
nuestra sociedad, Valencia, Lesio, Riche01no, Gl·et–
zer
y
otros: nuestro Saa
~lijo
lo mismo bien
y
breve–
mente; Ahi tienes pues la sentencia comun de losje–
suitas; por consiguiente no hay peligro para los prín–
cipes, cuando todo el pueblo los tiene por titanos, si–
guiendo el consejo de personas doctas y graves, se–
gun lo exige Mariana, siendo ellos jesuitas, como ya
lo has
vis~o."
(260)
.
El P. Juan Niariana en su obra intitulada-de
re,qe
el
re.c;is institutione,
impresa con la licencia del P. Es–
t~ban
Ojeda,
visita~or
de la compañia- en la provin–
Cia ,de Toledo, CQn
facultac~
especial, concedida por el
P . general Claudio Aquaviva, y prévia la aprobacion
de varones doctos y graves de la compañia, dedica -qn
capítulo para examinar,
si seria lícito matar al tirano.
Empieza refiriendo el hecho cometido por "Jacobo
Clemente, relijioso domíni_do que estudiaba teología,
y
que había preguntado
a
los
~eólogos,
si habria de–
recho para matar
á
un tir_cpw.
Pidió audiencia al Rey
Enrique 3? para quien llevaba cartas que entregar;
se le manda.
v~lver
por la contestacion al dia siguien–
te, que entra al
dor~itorio
del Rey y le hiere con un
puñal enverl:enado. Los
auli~os
matan á J acobo Cle–
mente
con · fierez~
y crueldad, conservando él un sem–
blante alegre
y
sin decir una palabra, felicitándose de
que con su sangre había redimido la libertad de la
patria
comu~
.. Con la muerte del Rey se adquirfó una
gran reputacion: la muerte del Duque de Guise que–
·_dó espiada con otra muerte, y á sus manes fué ofreci–
da en sacrificio una sangre real. Así Clemente,
honra
eterna
de la Francia,
á
juicio de la mayor parte, en la