- u
.. -
cipalmente las ricas
y
nobles, pueden ser de mucha
utilidad á la sociedad, por sí mismas,
y
por sus pa–
rientes
y
amigos; de modo que con el trato
é
influen–
cia de los principales monasterios, la Sociedad po–
co
á
poco llegará á conseguir el conocer
á
casi toda
la ciudad
y
granjearse su amistad.
2.
0
Será menester, sin embargo, prohibir
á
nues–
tras beatas que frecuenten los monasterios de mugeres
por temor de que su modo de vivir les agrade mas,
y
que la Sociedad se vea frustrada en su esperanza
de poseer todos sus bienes. Se les inducirá á pres–
tar voto de castidad
y
obediencia en manos de sus
confesores,
y
se les mostrará que este modo de vivir
está conforme con los usos de la Iglesia primitiva;
puesto que relumbra en la casa
y
que no está ocul–
ta bajo el celemin sin edificacion del prójimo
y
sin
fruto para las almas: ademas que, á imitacion de
las viudas del Evangelio, hacen bien á Jesucristo
dando
á
su compañía.
Se les dirá cuanto mal sea
posible de la vida de los claustros, pero estas ins–
trucciones deberán hacerse bajo el sello del sigilo,
á no ser que lleguen
á
oídos de las mor1jas.
CAPITULO XVI.
COMO
SB
DEBE It.A.CER PROFESlON DE DESPltECl.A.R LAS RlQUEZ.A.S.
l.
o
Con el fin de impedir que los seglares echen
de ver nuestro prurito po·r las riquezas, será útil re–
chazar á veces limosnas de poca monta con que se
nos brinda por servicios hechos por nuestra Socie.
dad, aunque se deberán aceptar las mas pequeñas de
las gentes adictas, por temor de que se nos acuse de
avaricia l::li solo recibimos las mas cuantiosas.
2.
0
Se
rehu~ará
la sepultura á personas de clase
ínfima en nuestra iglesia, aunque hayan sido
muy