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ta doctrina, qu
la
fé
católica no pn de subsistir n
el estado presente in la politica, pero que
n
e
· toe~
menester andar con mucho acierto. De este modo
alcanzarán lo nue tros el afecto de los grandes
y
erán admitidos en los con ·ejos 1nas .. ecretos.
4.
0
Se podrá entretener su benevolencia escribién–
doles de todas purt9S noticias interesantes
y
ciertas.
5.
0
No será pequeña la ventaja que resultará
para nosotros el fomentar secreta
y
prudentemente
disenciones entre los grandes, arruiuando aun mú–
tuamente su poder.
l\1as si se percibe alguna apa·
riencia de reconciliacion entre ellos, tratará desde
luego la Sociedad de pacificarlos,
á
no ser que algun
otro
~e
anticipe á verificarlo.
6.
0
Tanto á los magnates como al pueblo
~e
les
persuadirá por todos los modos posibles, que ]a Socie–
dad no ha sido establecida sino por espeeial provi–
dencia' divina, conforme
á
las profecías del abate
J
oaquin, para que vnelva á levantarse la Igh,sia, hu–
millada por los heréticos.
7.
0
H~biendo
adquirido el faYor de los grandes
y
de Jos obispos, será de toda necesidad apoderarse Je
los cuaratos
y
de las canongías, para reforn1nr mas
exactamente el clero, que en otros tiempos vivía ba.
jo cierta regla con sus obispos,
y
tendía
á
la per–
feccioll; tambien será rueuester aspirar á las a,ba–
díct::)
y
prelaturas, lo cual no será difícil conseguir
atendie11do
la decjdia
y
estupidez de los monjes,
tan pronto, con1o vaqueu: por que seria muy venta–
joso pal'a la Iglesia si todos los obispados estuvie–
sen ocupados· por mien1bros de la Sociedad,
y
aun si
lo fuese la rnisrna silla apo:--tólica. particularmente
si el Papa se volviese príncipe temporal de todos los
bienes: por lo tanto, es
n1uy
nece~ario
extender po–
co
á
JWCO,
pero con mucho sigilo y tino, el ternporal
de ]a Sociedad;
y
á
no dudarlo hubiera el mundo
rn traclo en la edad de oro, se gozará de una paz per-