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pués de acabado el examen aprueban ó reprueban por

votos secretos al examinado. . •

El

que sale aprobado

se queda en el Colegio un año entero· con título y pri–

vilegios de pasante. El que sale réprobo se v·a al Con–

vento á ocuparse en los ejercicios que la obediencia le

señalare. Los pasantes aprobados cumplido el año, si

aspiran

á

cátedra, vuelven otra vez á examinarse con

los padres examinadores de la Provincia, los cuales ]e

dan puntos en las obras de Aristóteles, con término de

veinticuatro horas,

y

habiendo leído una hora entera

le arguyen los examinadores, media hora cada uno,

ó

más

ó

menos, como les parece; es tremendo acto, por–

que sin respeto humano se hace con todo rigor el exa–

men. Si en él hallan que tiene la suficiencia necesaria

le aprueban, para que pueda ser promovido á cátedra

de Artes, y

sino~

le reprueban,

y

le ocupan en la predi-

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raci<1n

ó

en lo que la obediencia le mandare. . . .

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Por todos estos crisoles pasan los que en nuestra

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Provincia suben á las cátedras de ella, y por eso salen

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tan lucidos sujetos que merecen dignan1ente el común

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aplauso del Reíno. que en todas partes los celebra, en

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especial á los que leen Artes y Teología en el Colegio

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y Convento de Lima>> (Vid. Torres).

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Nada tiene de extraño que con tan severa disci-

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plina, con tan hábiles maestros

y

con aquella férrea

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constancia y profundo amor al estudio salieran de este

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insigne plantel varones ilustres¡ en todos los ramos del

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saber humano que entonces se cultivaban, llegando

muchos de ellos á dominar toda la enciclopedia clásica

que era la que verdaderamente caracterizaba á los sa-

bios del Renacimiento. Prueba

y

ejemplares de esos

sabios fueron el padre Calancha, el padre Valverde,

Torres, Villarroel y otros que no necesito por ahora

nombrar.

Asombroso en verdad, debió ser el florecimiento

de las letras agustinianas en la Universidad pontificia

de San lldefonso; pues apenas pasados 40 años de su

fundación salieron de aquel célebre gimnasio dos asis-