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sidad de San Marcos, sin contar otros muchos que han

sustituído diferentes cátedras en élla, y sin hacer men–

ción de otro gran nún1ero de doctores, maestros

y

otras

personas eminentes en todo géNero de letras, que pu–

dieron dignísimamente regentar las cátedras de la

Universidad, comó han regentado las de nuestra Reli–

gión, al decir del cronista fray Bernardo de Torres.

De suma importancia debió ser, ciertamonte, la

influencia que ejercieron los maestros agustinos en la

dirección intelectual de la Real Universidad de San

Marcos si hemos de atender á la calidad,

letra~

y

ex–

traordinarios talentos que poseian

y

al sumo prestigio

de que gozaban, no sólo dentro del claustro universi–

tario, sino en todos estos reinos, donde eran venerados

como varones de profunda

y

sólida ciencia y de varia–

da y exquisita erudición. Era fama por aquel entonces

en esta ciudad. que nunca faltaba en la Universidad

Pontificia de San Ildefonso un maestro de los de pri–

mera magnitud, al igual de lo que se dijo en el siglo

XVI respecto de nuestro Convento de·Salamanca. Aquí

derramaron aquellos clarísimos varones, honra y prez

casi todos de estas tierras, los limpidísimos raudales de

sus conocinlientos teológicos,filosóficos, científicos y li–

terarios

qu~

antes habian bebido en las inagotables

fuentes del gran Padre y Doctor de la Iglesia, S. Agus–

tín, el más sabio de los doctores del catolicismo; del Mtr.

León, el teólogo escriturario. filósofo y poeta más sim–

pático, más culto y elegante de nuestro siglo de oro; de

Gregorio Ariminense, A1fonso de Córdoba, Bto. Orozco,

Malón de Chaide, Basilio Ponce de León, Juan Már–

quez, Fonseca y otros innumerables hijos de la Orden

agustiniana que ilustraban y enaltecían por aquellos

tiempos las letras españolas y aún las de todo el mun–

do. Y no fué su criterio ni estrecho ni cerrado, ni mu–

cho menos 4Glstil á los verdaderos progresos científicos

y

filosóficos; fué católico, apostólico

y

romano como

fué toda la cultura colonial;

y

el juzgar aquel período

de nuestra historia con los criterios positivista, racio-