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O
HISTORIA EC'tESfASTICA
Siglf.l el dominio de la
concupiscencia
que
arra~:.
XVII.
tra Ia voluntad
humana
ácia
el
n1al ,
y
que
hace viciosas todas las
acciones que inficio–
na
con
su
veneno
?
~
Cómo las habiJ. de
con–
ciliar con la
fuerza
de
la
voluntad humana,
que se muestra enerniga
de
qualquiera fuer–
za,
y
de
toda
precision?
¿Este poder de
de~
tern1inarse por el conocimiento
y
por la luz
del
entendimiento ,
esta
libertad
de
elegir,
ya
los objetos,
ya
Jos
medios
de
procurarse la
posesion ,
que es
una
de
Jas mas grandes
preroga
ti
vas de
la
criatura inteligente; este
sentimiento
íntimo que enseña al hombre,
que quando hace una cosa es
dueño
de
ha–
cer
1<'
contrario;
este con ..urso , esta
union
del
socorro
di
vino,
y
de
Ja voluntad , cria–
da
para
que
ésta produzca
acciones
merito·
rias del Cielo?
Todas
estas
verdades
se
ha–
llan juntas en
la Escritura
y
tn
San Agus–
tin. Todas
estas verdades
estan
igualmente
fundadas
sobre Ia
palabra
de Dios ,
y
sobre
la
autoridad de un Padre, cuyas opiniones
y
doctrina
ha
consagrado la Iglesia; pero
estas
n1isn1as
verdades traen
á
la
in1aginacion,
ideas
que
parecen opuestas ,
y
que se destru–
yen unas
á
otras , no obstante que
son to–
das
indubitables ,
porque el
mi~mo
Dios es
quien las ha revelado
á
los
hombres,
y
por
su
p3labra
y
por Ja voz de
su
Iglesia
las
t{
prendemos nosotros. Ha
y,
pues, en
ellas un
1
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