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gaclo demasiado ligera. ¿Hasta cuando ·se la
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abrá de permitir
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que infeste nuestro suelo? Ella sola percibe mas haberes que to–
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das las gerarquias de cualesquiera otra creencia de
Eur~pa.
¿En
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qué ha empleado su dinero?
¿Somos por ventura ?nas religiosos
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que nuestros vecinos?
¿Acaso no es un ·hecho muy sabido, que
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la mayoría de la poblacion es irreligiosa,
lo cual en gran parte es
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debido
á
la vida relajada que lleva el cle1·o del Estado ?
Somos por
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ventura mas religiosos? Todo lo contrario.
Los crímenes que se
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cometen en el Reino 'Unido, sobrepujan cuanto menos
á
la mitad
á
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los que se cometen en los diversos z7aises católicos de Europa.
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¿Está mas desarrollada nuestra inteligencia? Por desgracia es
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muy cierto, que salvo algunas raras excepciones, nuestra pobla..
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cion es la que ofrece el menor número de individuos que sepan
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leer
y
escribir, con respecto á todos los demas pueblos cívitiza–
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dos. Observemos sino, el
iO
de Abril, las casas de beneHcencia
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atestadas cie gente,
y
las asambleas de
confeder(tcion
y
de
con–
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ciliacion
Hall.
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De qué ha servido pues la Iglesia del Estado ¿Qué frutos ha
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producido? Dónde está el bien que ha obrado?... Hasta cuando
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esta monstruosa impostura seguirá comiendo el pan de la poi–
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troneria
y
percibiendo el salario de la iniquidad? Cuándo cesará
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por fin este solemne engaño, esta inutilidad religiosa, esta fatali–
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dad social, esta orgullosa, esta vana
y
altanera Iglesia, toda ocu–
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pada en elecciones, severa en el tribunal
y
muy afanada por no
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perder su presa, pero poco cuidadosa ele salvar las almas : Iglesia
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que anda en pos de los ricos,
y
mjra con la mayor indiferencia
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á
los pobres! La historia de los Gobiernos no ofrece ejemplar
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alguno de un trastorno tan completo de todo lo que debe ser una
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institucion; ni presenta una necesidad tan evidente al par que
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apremiante de apartar de la vista de todos, cuanto mas pronto sea
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posible, en interes del buen sentido y por honor de la nacion,
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semcjanLe personificacion de la hípocresia farisaica.