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lazo~
y
se arroja
á
cometer la mas horrible perfidia. Hijo del polvo
ambiciona los atributos divinos sin saber ser racional,
y
con la pre–
·tension insensata de
ser como Dios,
traba la lucha con el omnipo–
tente conculcando sus mandatos. El crímenes grande; pero no son
menos fut1estas sus consecuencias. Desde ese instante el hombre
sufre una espantosa transformacion. Proscrito
y
degradado se ve
rodeado de la densa niebla de la ignorancia, que le hace confundir
el bien
y
el mal. Su corazon se convierte en un semillero de corrup–
cion
é
inclinaciones feroces. El crímen se hace hereditario
y
sis–
temático en su descendencia,
y
se propaga
y
multiplica con las fami–
lias
y
los pueblos: el mundo entero es un campo en que se cultivan
los vicios mas infames
y
en que se reproducen las mas sangrientas
escenas.
La prostitucion
y
el homicidio entraban en los principios de la
moral pagana,
y
hacían parte con las impertinencias de las fabulas,
en el culto de la Religion. Ofuscada la idea del Dios verdadero, las
divinidades germinaban del seno de la tierra,
ó
salían del cieno de
la corrupcion. Las naciones que se preciaban de mas·cultas, no po–
seían mejores sentimientos, ni mas ilustracion. La Grecia idolatraba
á
Venus con obscenisimas prostituciones. El famoso Solon erigia en
Atenas un templo á esta diosa, á quien la filosofia babia consagrado
un coro de rameras. Roma misma apesar de su gravedad
y
gran–
deza, no concebía mas decorosa estima de la Religion: daba los
honores divinos á la materia inanimada bajo el nombre de
dioses_,
que se multiplicaban sin cuento,
y
á los cuales consagraba las im–
pudicias del teatro
y
los espectaculos sangrientos de los gladiadores;
es decir, cuanto se puede imaginar de corrompido
y
cruel
(1.).
En
suma, el error, la barbarie? la idolatría, la corrupcion mas espan–
tosa: he aquí el a'bismo en que se veía sumida la humanidad
despues de haber entrado el pecado en el mundo.
(1) Bossuet,
Disc. sobre la hist. univ.,
2e
part., c.
XVI,
p.
2oq,,
edic, de !738