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[ 21 ]

CA,PITULO 11.

Continu.acion del mismo asunto.

§.

l.

Las nociones generales que hemos desenvuelto en

el capítulo precedente, tienen fácil

y

natural aplica–

cion

á

la santa sede. Dijimos que la sede

y

la igle–

sia son una misma cosa: luego la santa sede

y

la

igle.sia romana 'no pres!)ntan mas de un solo objeto.

De otra parte, distinguiéndose, como esencialmente'

se distingue la sede del que la ocupa, la iglesia del

obispo, resulta que el papa

y

la santa sede, ó la igle–

sia romana, son dos objetos distintos;

y

de aquí otra

consecuencia no menos necesaria;

á

saber, que ·la

enseñanza del papa,

y

la de la sede apostólica ó de

la iglesia de Roma, no siempre han de ser una mis–

ma cosa, pudiendo

á

veces ser diferéntes. Esto su–

puesto, deb¡Jmos distinguir dos caractéres en el obis–

po de Roma: el de cabeza de una iglesia patticu–

lar,

y

el de sucesor de san Pedro, instituido por Jesu–

cristo cabeza de la iglesia universal. Roma pues, sin

dejar de ser una iglesia particular como las otras,

siendo adema;; la sede del sucesor de san Pedro, es

centro de la comunion eclesiástica,

y

tiene la primacía

sobre todas las oti·as; materia que trataremos en su

lugar. Ahora se concibe fácilmente como el papa, ba–

jo el carácter de obispo particular de Roma, sea dis–

tinto de su sede tambien particular: pero considera–

do en su cualidad de presidente de la iglesia univer–

sal como sucesor de san Pedro, no es igualmente fá–

cil de concebir como la sede

á

que preside, la santa

sede cent1·o de la unidad de la iglesia católica, sea

una misma cosa que la de Roma; porque la santa se–

de bajo tal aspecto considerada no puede al parecer

circunscribirse en una iglesia particular. Ella es in-

2

*