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sede
y
la iglesia son una misma cosa: luego la sede
y
el obispo son dos objetos distintos :_Juego decir
que la santa sede
y
el sucesor de san Pedro son una
misma cosa; que la cátedra le sigue ,á todas partes;
que la santa sede está en · Aviñón cuando el papa
mora en Aviñon,
y
en Roma cuando reside en Roma,
es un error procedente de la falta de nociones exac–
tas en esta ·materia. Con semejante lenguaje se con–
funden
y
embrollan dos ideas enteramente diferen
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tes, que no pueden identificarse bajo un mismo con–
cepto; ·porque la sede siendo una cosa no puede ser
una persona, un obispo particular; ni tampoco una
propiedad personal ó privilegio de este obispo. In–
creible parece ql!e una dístincion de tal manera sen–
sible, que salta á los ojos de todo el mundo por la na–
turaleza misma de sus objetos, haya podido calificar–
se de sofística
y
caprichosamente inventada por los
enemigos de la sede apost6lica. Se llama al obispo,
obispo de la sede, como se di' o Úel de Roma en el
concilio de Cartago: luego el
hispo no es la sede.
Se le dice presidente, esposo, ministro de la sede:
luego no es él la sede que preside, con quien ha con–
traído matrimonio,
y
á
quien consagra sus servicios.
Nociones tan simples
y
tan puras,
i
cómo han podido
calificarse de sofísticas
~
Mas ' adelante veremos el
equívoco en que se trata de fundar semejante pre–
tension.
§.XIV.
Por ahora bastará observar que esta dist.incion, á
mas de ser necesaria consecuencia de la naturaleza
esencial de las cosas, está sostenida por la autoridad
de los teólogos mas insignes. El gran Rossuet en su
defensa de la declaracion del clero de Francia, refie–
re las opiniones de los doctores de Lovaina
y
de Pa–
rís expresadas en los artículos publicados de órden
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