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·ausentes; ocho abades; ·otros tantos generales de
órdenes regulares,
y
varios teólogos
envia~Jos
un Q_s
por el papa, otros por los
sobe~·anos,
y
t ratdos mu–
chos por sus obispos. Es notono qu e todas las ma–
terias se exami naron, discutieron
y
resolvieron con
dictámen de estos mismos sace rdotes.
§. X.
Bien sé que para menguar sus derechos primitivos
se ha creado la di stincion arbitra ria de voto consu l–
tivo,
y
voto deliberativo
ó
decisivo,
y
que reservando
este último á los obispos, solo se concede
á
los sa–
cet;dotes el primero. Tal es á·vece::; l11: fuerza ele la
verdad, qu e no pudiendo atacarla de frente aquell os
á
quienes interesa destruirla, se ven obligados
á
re –
ou rrir
á
sofismas para debilitarla Semejante distin–
cion es absolutamente desconocida e n la anti güedad.
Conve ncidos los obispos de que los presbíteros par–
ticipan con ellos del mismo sacerdocio, lo estuvieron
igualmente de que entraban
·á
la parte e n su poder
judicial, salvas sin embargo la supe riorid ad de los
unos
y
la subordin acion de los otros;
y
advertidos
por el ejemplo del concilio de los apóstoles celebr<il–
do en
J
erusalen, t;eeo nocieron siempr(l e n los sace r·–
dotes el derecho de juzgar.
Yo juzgo
dice el obispo
Santiago : " nosotros hemos escrito despues de ha–
ber juzgado,". dicen los sacerdotes. Los nombres de
estos, su número
y
sus firmas se leen en muchos cQn–
cilios t
an distintamente, c·omo los nombres
y
las fir–
mas 9e
l.ql'obispos;
y
en otros se anota lo que fué
estable
cidode corr\un acuerdo co
0
los sace rdotes,
seg~n
apare?e de la carta
17
de san C ipriano
á
Qutnt.o re lativamente al conci lio de Cartago, .doBde
se expresa
~sí_:·
"Te envio esta ca rta para· in struirte ·
,, de lo que ult1mamente hemos deliberado en comun
, con muchos obispos reunidos
á
los sacérdotes nues.-