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l

variado ya, y que puede todavía variar si la necesi–

dad lo exigiera. Antes que san Pedro colocara su

silla en Roma, la iglesia de Antioquia que

gobern~ba era verdaderamente

11).

santa sede, y de ella deb1a

decirse lo que hoy de la igl esia romana. · Todavía

celebramos nosotros la fiesta de la cátedra de san

Pedro en Antioquia, como celebramos la de san

Pe~

dro en Roma. Cuando este santo Apóstol escogió

para su sede episcopal la ciudad de Roma, tuvo por

objet'o el bien de la iglesia universal; pues, como

observa s8n Lean, convenía que la primera !'ede de

la iglesia tuviera su asiento en la primera ciudad del

mundo, donde se encontraban medios mas prontos

y eficaces de propagar la fé h,'lsta

la~

extremidades

de la tierra, en razon del comercio y las comunica–

ciones de todas las provincias con la capital. Lo que

san Pedro hizo entónces dejando su sede de Antio–

quia por la de Roma, puede hacerlo la iglesia unive r–

sal en caso necesario por disposicion solemne de un

concilio ecuménico.

§.IV.

Distingamos de consiguiente dos cosas en la igle–

sia romana, primero: La autoridad de la santa sede

ó bien, de la primera iglesia, es de institucion divina,

y por (anta perpétua é inmutable. Segundo: La fi–

jacion de esta primera sede en la ciudad de Roma

es de institucion humana, como lo enseña e l mismo

Belarmino, lib.

2

de Rom. Pontif.

cap.

12..

Esta ins–

titucion humana puede variar, co¡no que Roma, se–

gun hemos41Jbse rvado antes, no tiene

á

su favor' nin–

guna promesa de Jesucristo ; y .en esto se funda el

cardenal de Cusa para decir: "Es evidente que no

puede probarse que el romanó pontífice será siempre

gefe de la iglesia

(1)."

La misma doctrina enseña·

( 1) Non posse rdmanum pontifica.;, perpetuum eclesire princi–

pem probari ,manifestum est.

Lib.

2

de conc., cap.

33.