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y

la de su primacía. Con respecto

á

la primera, fá–

cilmente se concibe que distribuida á todos por igual

la porcion correspondiente á san Pedro debía ser in–

ferior á la suma de las de los demas apóstoles con–

gregados en cuerpo. Y corno esta autoridad es sin

disputa el peder espiritual conferido por Jesucristo

.

para el gobierno de su iglesia, dedúcese naturalmen–

te que á la manera que todas las iglesias particulares

reunidas forman la iglesia universal,

superior~

cada

una en particular; del mismo modo todas las partes

del episcopado, digámoslo así, poseídas

in

s6lidum

por la reunion de todos los obispos, forman en el go–

bierno de la iglesia un poder superior

á

cualquiera

otra parte considerada ;;eparadamente, inclusa la del

papa. La autoridad del primado se extiende sobre

cada iglesia particular; pues aunque todas de por sí

sean iguales

á

la santa sede en razon del episcopa–

do, le son inferiores respecto de la primacía quepo–

see en calidad de cátédra de sap Pedro. Pero esta

primacía es inferior en aotoridad

á

la iglesia univer–

sal, como lo es la figura

á

lo figurado, y la represen–

tacion

á

la cosa representada. Conviene reflexionar

en lo que tantas veces he inculcado,

á

saber, que san

Pedro representaba la iglesia cúanJo recibió la auto–

ridad espiritual, y que como dice san Agu'stin, no- fué

un solo hombre el que recibió las llaves, 'sino la uni–

dad .de la iglesia:

Claves non homo un'!ts, sed

~mitas

.

accepit ecclesice.

No las recibió Pedro como propie–

dad particular, ni como dueño exclusivo para distri–

buirlas entre los apóstoles ; sino como cabeza·de una

sociedad,

á

cuyo nombre recibía todos los hono,res y

todos los derechos: por cousiguiente el colegio apos–

tólico,.

ó

la iglesia y no san Pedro particularmente,

era el término adonde se dirigía el poder espiritual

dado inmediatamente, segun la tradicion de los pa–

dres,

á

la iglesia misma en la persona de san Pedro;

el cual no tuvo otn'j pttrte que la de representar la