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tencia eclesiástica; que por el contrario el juicio ele
la
Sede Apostólica,
sobre el cual no hay autoridad nínguna, no puede ser reformado por
nadie, y
á
nadie es lícito juzgar sus juicios. Se apartan pues del camino
recto de la verdad, todos los que afirman que se puede apelar ele los
juicios ele los Romanos Pontífices al Concilio ecuménico como á una
autoridad superior al Pontífice Romano .
Por tanto, si alguno dijere que el Romano Pontífice no tiene
á
su
cargo mas que la inspeccion
y
la direccion,
y
no el pleno
y
supremo
poclrr ele jurisdiccion sobre la
J
glesia univer sal, no tan sólo en las cosas
que atañen
á
la
fe y
á las costumbres, sino tambien en las que pertene–
cen
á
la cliscip1ina
y
gobierno de la Iglesia extendida por todo el uni–
verso ; ó que únicamente tiene la parte principal,
y
no toda la plenitud
de ese poder supremo, ó que ese poder que le pertenece no es ordina–
rio é inmediato, así sobre todas y cada una ele las iglesias como sobre
todos y cada uno ele los Pastores
y
de los fieles , sea anatema.
Apostolicae , cujus anctoritate major non est, judic1um
a
nemine fore
retractandum, neque cuiquam de ejus licere judicare judicio
('1).
Quare
a
recto veritatis tramite aberrant, qui affirmant, licere ab judiciis
Ho~
manorum Ponti!lcum ad oecurnenicum Concilium tanquam ad auctori–
tatem Romano Pontiíice superiorem appellare.
Si quis itaque clixerit, Romanum Pontificem habere tantummodo
officium inspectionis, vel directionis, non autem plenam et supremam
potestatem jurisclictionis in universam Ecclesiam, non solum in rebus,
quae ad fid em et mores , sed etiam quae ad disciplinam et r egimen Ec–
desiae per totum orbem diffu sae pertinent; aut eum habere tantum
potiores partes , non vero totam plenituclinem hujus supremae potes–
tatis; aut hanc ejus potestatem non esse ordinariam et immediatam sive
in omnes ac singulas ecclesias sive in omnes et singulos Pastores et fide–
les, anathema sit.
(1) Ep. l'iico!ai
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