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t<~lico,
baxo de las formidables penas impuestas en la Bula de.
la Cena, y en otras determinaciones de la santa Sede; y no obs–
tante
tq.doesto, y que lo mismo se colige de la Real Instruc–
cion de
I
760,
en que
se
manda, que el impuesto del aguar-.
diente se cargue á las manos-muertas, por sus nuevas adquisi–
ciones, para prueba de que los demás bienes de ellas
y
del Cle–
ro no están sujetos
á
este gravámen, se exige en esta Ciudad
á
los Eclesiásticos ocho reales por cada arroba de aguardiente;
.que consumen y destilan de sus diezmos y frutos, y presumo
que
se
executa lo mismo en otros pueblos' tratándolos como
legos ; y en las sisas no les observan todo el derecho de su in-
munidad, l}i les·abonan la refaccion equivalente.
.
39
Notorio es en estos Reynos, que uno de los cuidadós
que ahora ocupa la atencion del Consejo, y de alguno de los
Fiscales de V. M.
es
el
que
se
establezca en ellos la ley de la
4mortizacion
;
suponiendo que es muy excesivo el número de
Eclesiásticos Regulares
y
Seculares; que están muy
opulentos~
y que es perjudicial al Estado la multitud de dotaciones
p~a
dosas que se hacen ; por todo lo qual
se
halla~
los seculares
muy abatidos y deteriorados, y no pueden sufrir las cargas
y
~ributos
, con que contribuyen para la conservacion y defensa
de estos Reynos ; haciendo sobre cada uno de estos puntos las
declamaciones mas vehementes con
alegadon~s
de derecho, his:..
toria y exemplos de España,
y
otros Estados, para acreditar la
necesidad de esta ley,
y
la potestad de
V. M.
para establecerla.
;y
o supongo á
V. M.
como uno de sus mas fieles vasallos,
Y.~
que mas deseo quanto pueda ceder en aumento y honor .de su
Real Corona , que no me afligen estas
notici~s
, ni las exaccio""'
nes , que se hacen al Clero por lo que contienen de privacion
de intereses pecuniarios, porque no apetezco riquezas; estuy
contento con una túnica : no deseo honra, ni dignidades, ni
quiero que el honor de la Iglesia y de sus ministros se funde
precisamente en bienes temporales; porque estoy bien certifi–
cado, que sus ventajas deben consistir y consisten en los espiri–
~uales,
y que cuida.ndo de ellos, está ofrecido en
el
Evangelio
á
todo cristiano, que el Padre Celestial le dará por añadidura
quanto necesite; pero me llenan de opresion y sentimiento,
al
vér que estos discursos se fundan en supuestos voluntarios, y
que todo quanto se reflexiona sobre todos ellos, no tiene vigor
~n
el estado actual ,
y
se dirige á deprimir la libertad de la Igle–
~ia,
y
á
difundir en
el
pueblo de Dios las malas resultas, que
no