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zacion
y
moralidao popular, donde el catecismo cató–
lico
y
la predicacion
evang(~lica
tenazmtmte persegui–
dos por aquella,
hnyan
sido
suprirnidos y fugnsmente
sojm,ciados?
Lo
hemos visto en la reseíla histórica
consignada en los primeros capítulos de Psta obrita: la
gangrena inmoral corroyendo el cuerpo social, la
anarquía popular, la clestruccion
y
pulverjzarion del
edificio social por el petróleo; he ar¡ní lo que ha pro–
ducido la filosofla ultraliberal en el seno
ele
las socie–
dacles 1nodernas.
La sociedad humana, pues, no se reforma
ni
conser–
va, sino por los mismos mPdios, que
fué
forn1arla
y
or–
ganizada.
La
palabra
de
Dios
que
1~
dió
fll
ser, la
doctrina evangélica prerlicada por todo el mundo por
los
apústo1es de Jesucristo, que la levantó
y
reformó
de las ruinas operadas
por el
pr-1ganistno,
es ·
la única
tabla
de
salvacion para las sociedaoes mooernas en
el diluvio universal que ha inieiado sus inundaciones
corruptoras
y
deletereas.
Sin
durla los llhnos.. señores obispos con Pl respeta–
ble cirro sPcular ocupan,
y
deben
ocupar, el primer
lug·ar
y
tomar la parte principal en esta obra de res–
tanracion n1oral-socinJ. Sin embargo, ellos rnismos
confiesan
que
sus reducidas fuerzas no son suficifmtcs
para obra tan colosal. Ellos invocan la inst.itueion del
Hombre -Dios que
dió
á
los Apóstoles un cuerpo de
colaboradores
y
de dos en dos los c•nvió
á
predicar
el
'reino de Dios
en
toda ciudad
y
pueblo
en
que El habia
de ir
á
establecer su culto,
y
reformar las eostumhres.
Las corporaciones religiosas, f1mdadas
en
los precep–
tos
y
consejos evang{,licos, han sucedido
en
su lugar
y
han continuado su rn1nist.erio. Con frecuencia se vé
á
sus mietnhros
dispen~'·ar
grrcdis
el pan lnot·al
á
todo
hambriento 6 necesitado, pobre
y
rico, chico
y
gran–
de, que se agrupan
al
derredor de la cátedra de la ver–
c1ad. Los llama el angustiado n1oribnndo,
y
acuden
á
escuehn r su confesion ,
á
prorl igarle consuelos
y
abrir–
le con
la
absolucion sacramental las puertas de la
eternidacl venturosa. Gran parte del dia pasan senta–
dos en el tribunal de la misericordia,
á
donde afluyen
los atribu lados
y
ulcerados penitentes
á
deponer
á
sus