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CAPITULO XI.
LAS CORPORACIONES DE LOS REGULARES TIENEN LEGÍTIMO
DERECHO DE PROPIEDAD
Á
SUS BIENES.
La Iglesia católica no tienP un solo tipo ni un nivel
genend ele rnoralidad; no está llamada esta l\1adre fe–
cunda
á
dar
á
lu7. y criar rnultitucles de hiios de un
mismo talle y fisonom1a n1oral; como fln ]a sociedad
humana natural
y
civilmente considerada, hay indi–
viduos, fa1nilias, asociaciones de diferentes clases, es–
tados
y
categor1as,
hay
tambien en la sociedad religio·
sa individuos, farnilias
y
congregaciones de diversas
clases, estarlos y
j erat~quías.
Do quiera qne
er
Evan–
gelio haya derramado
y
derrame sus preciosas
y
va–
riadas sP.n1illas, necesariamente han de resultar esos
jardines dotados de esa asombrosa variedad de fami–
lias de árboles, arbustos y plantas que con la belleza
de los di stintos colores
y
fragancia de sus flores
y
Ja
exquisita suavidad y dulz;ura de sus frutos los ernhe–
Jiece y con stituye sn riqueza
y
preciosidad.
El colegio de los Apóstoles, fonnado y presidido
por el 1Iombre-Dios, sin
el
uda se nos presenta cotno
la primera corporacion religiosa, la primera comuni–
dad regular, que por su tenor rle vida, por la profr–
sion de tnayor p8rfeccion de virtudes y por sus nobles
y altos fines, se distinguÍa mucho del comun de los fie–
les creyentes. Eviclentfrnente en el gran libro de la
moralizacion
y
civilizacion universal se hallan con–
t.enirlos preceptos y consP.jos, leyes y reglas de 1nas y
rnenos elevada pe rfeccion cristiana, que mFtrcan esos
diferentes estados de personas llamadas
á
su obser–
vancia. Y esta es la ela ve que explica el grande he-
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