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~

194

~

qup, la

inmoralirlarl

congénie con e lla

y

con sus predi–

cRdores

y

maestros, que an1orosarnente la inlportu–

nan por 'su n1al estar

y

dañina accion . Con razon de–

cia Tertuliano,

á los emperadores

de Rorn a,

persegui–

dores de

los evangelizadores de Cristo :

La f'é

cristia–

na solo debe tener el

J·~ticio

de la ignm·ancia

(l );

porque

la

ignorancia

es Ja madre

del error ,

la

irnpiedncl

y

]a

inn1oralidad.

¿Por

qu(~

una parte del

puP.blo

inferior,

antes entusiasta por

Ja s

cornunidades reli giosas, llega

á

veces

á

convertirse

en su

n1as audaz

é

insolente

ad–

versario?

Es

porque

su

sencillez inculta llega

á

ser

víctima incauta de

la

ignorancia tnaliciosa.

Un

ciego,

empujado por oü:o

ciego

mal

inten~ionado,

no se es–

panta

ni

d etiene

ante

los abi srnos.

Irnpotente

la igno–

rancia in1pía para

sa11r

vietoriosa

df~

la

lucha

científi –

ca, ernp!ea contra la religion y

sus

n1.inistros las ar,

tnas de rnnla

ley

que le ha legado su

Patriarca

de

Ferney: "Mentid, calumniad,

C'rnpleacl

la a st ucia y el

engaño para seducir:

el

vulgo no raciocÜ1a,

y

siPmpre

le queda

RJgo

de las prin1eras

i mpn~siones."

Los

dicí–

pulos

de Voltaire no han .olvidado esta máxima dia–

bólica.

Y solo asi ha podido la irnpiedad incrédula despre·

tigiar los institutos

regulares

rnas bjen sentados en la

virtud

y

honrad ez. I-Ia dado cuerpo

á

fantasrnas, ha

interpre-tado siniestrarnente las rnas sanas intenciones:

á la virtud la

ha

llamado

hipocTesía,

al culto religioso

.fanatisrrno,

á

la prudencia cristiana y

á

la

profesion

de

lc:t

doctrine:~ católica}es~~itisn~o,

tomada esta

palabra co–

n1o

un

apodo

en

un

sentido indehirio

é

injusto.

Cuán–

tos falsos tPstirnonios nos han levantarlo

á

nosotros,

Jos rnisioneros franci scanos, de palabra y por la pnm–

srr

nues tros

antagonistas

ó

enen1igos! ¡Dios los perdo–

ne:

pero , gracias

á

su infinita rnise ricordia,

que nuestra

conciencia

no

nos reprende nada de lo que nos han

acumulado,

"Qué!

replicarán:

¿son

inmaculadas las órdenes re–

ligiosa s?"

Contestamos . Jan1ás daremos cabida en nuestro co·

(1) Apolog c.

I.