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tem plo, cerca de las reliquias veneranda del Apóstol de
las Indias Occide ntales San F rancisco Solano
y
bajo el
cielo mismo en que se respi ra aú n el perfu mfldo ambien–
te de sa ntidad
y
de virtud de T ori bio, de R osa
y
de los
demás eminentes Sa ntos que hacen de Lima la ciudad
privilegiada de la Améri ca, permitid nos elevar
á
la D i–
vina Providencia el himno de nuestra g ratitud.
L egítima es la satisfacción q ue experimentamos al ve r
reali zadas las nobles aspiraciones de la U nión Católica,
que si revindica para ella la honra de haber convocado
este Primer Cong reso, es porque cree que de él ha de
salir robustecida
y
con nuevos alientos impulsada para
trabaja r por el bien de la Pat ria
y
por el t riun fo de los
gra ndes ideales del Catolicismo.