Previous Page  94 / 376 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 94 / 376 Next Page
Page Background

-7 -

Que lo q ue ha pasado en otros

paíse~,

y

señaladamen–

te en algu nos de los que más ct-rca te nemos, nos sirva

de provechosa lección.

o olvidemos tampoco los terri–

bles cataclismos de nuestra histori a contemporánea

y

busq uemos con pa triótico afán los

m ~cl ios

de evitar que

se repita n_

E l D ios de las naciones suele alejarse ele aq uéllas que

le olvida n y le rechazan! E sta es un a sentencia irrefra–

gable. Y signos son de la casi prescindencia de> D IOs en

nuestro orga nismo social

y

político, ese batallar conti–

nuo pa ra constituirnos, ese desacierto en las leyes que

se dicta n, esa inconsistencia ele nuestras instituciones,

esos errores económico

qu e conmueven

á

los pueblos,

cuya situación no se atina á remediar.

E studiando pues con criterio verdade ramente católi–

co todo este conjunto qu e constituye nuestra m;¡ nera de

ser política,

social

y

relig iosa, el Consejo Central de la

U nión Católica, tu vo que llegar

á

la conclusión de que

para atajar el mal, para reunir

á

los católicos dispersos,

pa ra alentar

á

los débiles y ¡.>usilánime , para dar mayor

vigor y fu erza á los pocos qu e están en la brecha,

y

ha–

cer obra de verdadera y fru ctuos;.¡ resta uració n social, no

había mas que un ' medio salvador: a pelar á la reu nión

de un a g ran Asamblea como las qu e con notable éxito

se han co nvocado e n otros países de Eu ropa y que tan–

to recomienda el sapientísimo L eón XIII.

L a Obra de los Congresos es propia del la icado, que

ayuda con sus labores al E piscopado y al clero. estudia n–

do los ma les qu e afl ige n á la Iglesia en el orde n extern o

y social,

y

los remedios oportun os, s1n

invadi r empero

el campo reservado por Dios á sus ministros. sin provo–

car á nadi e y sin tener la pretensión de conve rtirse en

legislador.

No podía ser mejor la idea, pe ro era de dificil reJi iza–

ción. Mucho se discutió

y

g ra nde fu é la vacilación para

adopta rla; parecía la empresa superior

á

nu e>stras fu erzas,

y alguno

temía n, no sin razó n, qu e mayores fuesen los

males consig uientes á un fracaso, que la existencia mis–

ma de los qu e se qu ería remed iar.

P ero ¿cómo acob;ll·–

darse ante obstáculos imaginarios?, ¿cómo retroceder an–

te

perspecti~ras

tal vez ennegrecidas por la pusilanim i–

dad ó por la inercia que caracteri za nuestro débil tem pe-