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hiera; pero que vosotros sa bréis valorizar porqu e la g ra–

titud, como todos los delicados sentimientos del alma,

e ncuentran eco simpático en corazones nobles y genero–

sos como los vuestros.

Bajo la p rotección de la Trinidad Sa ntísim a vamos á dar

principio á nuestras importantes tareas, cuya ejecución

y

bené fi cos resultados no son, ni pueden ser la obra de

pocos días; po r el co ntrario, ellas dema ndan tiempo, la–

bor tra nquila y constante. inquebi a ntable fe, abnegación

absoluta

y

p le na confian za en qu e el Dios de las miseri–

cordias, no a bandona jamás á los qu e trabaja n en p ro

de la santa causa del Ca tolicismo.

E l di lige nte labrador no se limita á preparar la tierra

y

á

a rrojar e n sus surcos la semilla, sino que, desplegan–

do toda su acti\ idad y poniendo e n juego todos los re–

cursos de su inteligencia , vigila co n solícito afán su sem–

brío,

y

aparta de él todo lo qu e pueda seri e nocivo, á fin

de conseguir ópimos

y

sazonados fruto s, legítima recom–

pensa

á

sus desvelos y fa tigas.

Sigamos este ejemplo, velemos por la pureza

y

pro–

pagación de nuestras católicas doctrinas

y

así, medi ante

nuestro comú n

é

incesante esfu erzo. habremos alcanzado

la realización d e nuestros más vehementes deseos, ósea,

el tri unfo del C::ltolicismo, el bi enestar del individuo, la

ft'l icidad del hoga r doméstico y la prosperidad de la Na–

ción , cuyc,s bien entendidos intereses se desa rrolla n, con–

solidan

y

engra ndecen bajo

!<J

sombra protectora de nues–

tra R eligión sacrosanta.

U nidos como estamos por los vín culos de una misma

fe, iden tificad os en nuestros sentimientos y aspiraciones,

y

seguros de la protecció n del Cielo, recorramos nuestra

senda con paso fi rme y segu ru, teniendo como g uía á la

verdad

y

como armas la justicia de nuestra causa, la ra–

zó n, iluminada por la fe

y

la más ardiente caridad para

con todos.

En nu estras fil as no hay injustas

y

odiosas exclusiones:

vengan en buena hora hacia nosotros todos los que, con–

servando la fe católica, se hallen bajo la influ encia del

ind ife rentismo que mata,

y

renacerán á la vida feliz del

creyente; ve ngan todos los qu e de buena voluntad quie–

ra n coadyuvar á nuestra proficua labor: hay vasto campo

que cultivar, la miés abunda

y

los operarios todos obten-