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inteligencia y la voluntad, guiándolas y conduciéndolas
hacia sus futu ros y finales destinos, y dicta el porvenir
del mundo.
Tal Magisterio. tal
uprema autoridad, por su natura–
leza misma, es absolu tamente independiente. Por eso,
cuando la Providencia Permisiva consiente en que aisla–
dos paréntesis históricos afecten esa absolu ta indepen–
d encia, tales calamidades no son sino la piedra de toque
para evidenciar su necesidad, para hacer brilla r más la
g ran verdad religiosa
y
social de la absoluta independen–
cia del Papado. Por eso es una necesidad, hasta racio–
nal, la
oberanía civi l
y
política del Pontífice.
Y la Italia la patria del arte, con el inefable sentimien–
to de Jo grande y de Jo sublime, tuvo la suerte d e rendir
culto á la mayor de las grandezas humanas, á la Sobera–
nía territorial del Pontificado. Sí, porque es grande ser–
vir de auxiliar eficaz en la tierra al Representante de los
destinos eternos, porque es suerte incomparable el con–
fundir, en magnífica
y
sorprendente armonía. el fin de la
tierra con el fin sobrenatu ral. Sólo como la última con–
secuencia, sólo como la última etapa de la renegada ra–
zón individual en su infernal carrera, puede compren–
derse ese despojo inaudito de la Soberanía territorial del
Pontífice.
En todo, señores, y especialmente en la Historia los
extremos se tocan. C uando en los pueblos a ntig uos mar–
chaban los gue rreros á las conquistas, parecía que se in–
ten taba la ruina de la s sociedades, y sin embargo se rea–
lizaba la obra de su aproximación
y
conocimiento recí–
proco, y producíase el progreso, nacido de la combina–
ción ele sus elementos; cuando, en la plenitud de los tiem–
pos, moría la humanidad de Jesucristo, justamente con–
quistaba su
inmortalidad; cuando el mundo parecía un
caos en los tiempos medios, justamente se organizaban
los elementos de la Sociedad Cristiana, d e las modernas
Instituciones, era "el caos que precedía á la Creación";
cuando
apoleón, recorri'endo la E uropa, creía que iba
á
reali zar el Imperio Universal, justamente esparcía la
sem ill a rep ublicana
y
democrática sin darse cuenta de la
obra Providencial que ejecutaba; y hoy que, por inescru–
table
y
secreta permisión de la Providencia, el Papa ha
sido despojado de su Soberanía temporal, va, señores,