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tos, que en realidad de verdad. no ceden en grandeza é
importancia á los que en vuestra alta sabiduría, encon–
trásteis dignos de aprobación.
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Comprendiendo mi Sección la necesidad de la ense-
ñan za de la Doctrina Cristiana
y
del Catecismo en las
escuelas, como base de toda otra enst'ñanza
y
principio
de educación moral, os propone que llaméis la atención
de los padres sobre el particular, á fin de que no pongan
á sus hijos en escuelas en que no se enseñe el Catecis–
mo; y que reclaméis el cumplimiento de lo que al respec–
to preceptúa el Reglamento de Instrucción.
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Pero no basta sólo el aprendizaje del Catecismo, para
tener una completa instrucción religiosa. Es indispensa–
ble también el conocimiento de la sana filosofía y de los
fundamentos de la fé cristiana; y por eso se os propone
que encomendéis á la •·U nión Católica"
el
establecimien–
to de estas dos Cátedras, con lecciones públicas.
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Sin embargo no conceptúa esto suficiente la Sección,
pues, la impiedad hace la más desenfrenada propaganda;
y como los sacerdotes son los que han recibido la misión
de enseñar, os propone que supliquéis á los rectores de
Iglesias cuiden de dar Conferencias para refutar los erro–
res de nuestros días.
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La inmoralidad y ataque á la Religión, de que con fre-
cuencia se da ejemplo en los teatros y otros espectácu–
los públicos, ha alarmado con justicia
á
la Sección de
señoras del Congreso,
y
hemos escuchado con agrado el
bien meditado proyecto aprobado por ellas, sobre el par–
ticular. Pero la materia es de suyo tan grave
y
trascen–
dental, que habría sido un gran vacío que de la Sección
de caballeros. á cuyo resorte corresponde el punto, no
hubiera partido un proyecto protestando de esa licencia,
y pidiendo el cumplimiento de los reglamentos de lama–
teria. Tal es la razón del proyecto que os propongo con
tal fin.
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U no de los males que más aquejan hoy á nuestra so-
ciedad es la usura; y es obra de verdadera caridad cris-