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te la referencia
y
relación necesaria en tre la criatura. ser
contingente,
y
Dios, Creador
y
Conservador. Pues bien,
senores, cuando Dios, pa ra la mejor realización, de tan
altos designios, dió una compañera á Adán, confió á la
naciente Sociedad su ejecución,
y
prescribió que en su
seno se cumplieran los fines de la Hum anidad. La pri–
mera par(>ja constituyó, pues, el primer Sacerdocio, la
primera Asociación, la primera Autoridad. Y en su or–
ga nizació n misma, hasta en la posibilidad de sus evolu–
ciones, se estereotiparon sus leyes fundamentales. Adán,
siendo el primero
y
único padre ele la Humanidad, ¿ha–
b rá podido disolver su matrimonio? ¿habrá podido impe–
dir,
post facto,
ser el padre de los hombres, el compañe–
ro d e Eva? ¿Y habría podido romper la unidad, cuando
materialmente
no había si no una compañera? Dios, pues,
seño res, qu e es perfecto en sus obras, al proclamar en el
Pa raíso el dogma fundamental d e la unidad
y
perpetui–
dad del M atrimoni o, dió tal orga nización á su primer
ejemplar,
y
con tales circunstancias, que en él quedaron
indeleblemente grabadas esas mismas leyes fundamenta–
les. Y habiendo sido creado el hombre para inmortales
rl estino8, hacia á los cuales Jo impulsa su propia natura–
leza espiritual, exaltada después al orden sobrenatural,
la más estricta
y
rig urosa Filosofía nos señala á ese hom–
bre con su campanera como sujetos, á esos altos desti–
nos como término,
y
á las organizaciones é instituciones
posteriores como rodaje secundario, como medios su bor–
dinados
á
tan excelsos fines, á los que deben su razón
de ser.
L a Sociedad Civil, pues, consecuencia
y
medio de la
So..:iedad Doméstica, d epende de ella. ¿Cómo podrá en–
t.onces o rgani za rla
y
presidirla? ¡Ah señores! ¿Sabéis
!0
que sig-nifica n estas novedades sobre matrimonio civil?
Vergonzosa ignorancia. ignom inia para la razón indivi–
dual, que con la rebelión de Lutero, volviendo espaldas
á
la lu z, ha ido á confundirse en las tinieblas del error
y
en la espantosa corrupción de las costumbres. Y Dios,
misericordioso y próvido que decretó la Rede nción Hu–
ma na, que, infinitam ente sabio, empieza por las causas,
restauró su obra elevando el Matrimonio á la Dignidad
de Sacramento, constituyéndolo fu ente de g racia,
y
so·
metiéndolo así exclusivamente á la Potestad de la Igle·