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TRATADO SETIMO
masca
y
rumia, ni es dulce, ni amargo , ni sabe, ni aprovecha,
antes daña. Por esto aconsejaba Moisés al pueblo.de Dios de
pa,rt~
suya, que meditasen en su ley en casa
y
fuera de ella, al tiempo
de acostarse
y
levantarse' y que tuviesen señales esteriores, y como
anillos de memoria, que e.!A como buscar el tesoro ,
y
no sacarlo
dcspues de hallado; herir el pedernal ; sacar centellas , y no en–
cender lumbre ; pasar la aguja por
el
lienzo, y no dejar el hilo;
digerir el manjar, y no repetirlo; remar
y
remar, y no llegar al
puerto; conocer
á
Dios, y no amarle, ni servirle, ni imitarle.
CAPITULO
111.
DE LOS AFECTO S.
La voluntaJ es una potencia cieg:t é ignorante, que no pueJc
dar un paso, si el entendimiento
110
la guia ,
y
enseña lo
que ha de querer, ó aborrecer, y así en esiantlo convencido el en–
tendimi<'nto, propone lo que le convenció
á
la voluntad, la cual
luego con una devocion sensible , que nace del gusto recibido, se
aficiona,
y
de esta aficion nacen los afectos, como hijos de ella,
con que se inclina
y
mueve
á
amar ó
á
aborrecer;
á
esperar o a
temer;
:í
gozarse ó entristecerse. Esto se entenderá mejor con un
(~emplo.
Representa la memoria al entendimiento alguno de los
' motivos, que pusimos para amar á Dios: considéralo el entendi–
miento,
y
ponderando las razones, conoce que hay obligacion de
amar
á
quien tanto nos arna;
y
propónelo así á la voluntad, con la
viveza que él lo aprendió: ella se mueve á amarle, y actúase en
ello, haciendo aclo Je amor de lJios, y proponiendo Je no admi–
tir otros peregrinos amores de las criaturas, que apartan del Cria–
clor. Propóncle tamhien bien consiJeradas las razones que digimos
para aborrecer el pecado mortal ; y ahorrécelo ella
l~aciendo
actos
<le morir antes que come.terlo, etc. Estos se llaman afectos, por–
que se hacen con aficion de la voluntau, y son tan varios, cuanto
lo so11 las cosas que se meJitan; si hi cn Je una sola consideracion
puc<lcs muy bieu sacar lo c¡uc para tu provecho hubi eres menester.