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tanto no eran ol1ligalorias. Para resolver esta
cues lion se reunió el primer Concilio de Jerusa–
Jem que
fué
presidido por San Pedro ; y des–
pues de una madura deliberacion se resolvi ó que
]as ceremonias mosaicas habian sido abolidas.
Esta decision, tomada
á
nombre de todos,
fué
considerada no como un juicio humano, sino
como un oráculo ; y se comunicó
á
todas ]as
Iglesias co n estas palabras :
«
Ha parecido al
Espíri tu Sa nto y
á
nosotros" fórmula que ha ser–
vido de norma
á
los dema·s concilios. Despues
del Concilio de Jcrusalem, San Pedro se restitu–
yó
á
H.oma, desde donde cuidó y gobernó toda
la Iglesia ; poco se sabe de sus últimos años ;
murió en esta ciudad ".29 de Junio del año sesen–
ta
y
seis, durante 13 persecucion de Neron.
Hechos
de los clmnas apóstoles -
Poco sabemos de los hed10s de los demas após–
toles : so lo es evidente que siguieron en sus
trabajos las huellas de San Pedro y de San Pa–
blo ; y que despues de una vida dedicada exclu–
sivamente
á
la predica cion del Evangelio, Ja
mayor parte de ellos sufri P, ron el martirio por la
fé en Jes ucristo. San And·res predicó en la Es–
ci ti a, en Epiro y Francia ; y
fué
martiriz Jdo en
Patras, en la Ac;:iya. Santiago el Mayor, hijo del
Zebcdeo, e] primer apóstol que sufrio el marti–
rio, fué degollado en Jerusalem por órden del
rey Agripa ; una antigua tradicion refiere que
predicó en Españ.a ; mas no existen suficientes
datos que lo comprueben. San Juan cuidó de la
virgen hasta su muerte
y
predicó en el Oriente
principalmente en la ciudad de Efcso en que se