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Gü -
Saulo temblando pregu nt ó : -
«
Se11or, ¿qué
qui eres que haga?
»
El Seño r continu ó :
«
Vé
a
Damasco
y
allí te se dirá lo que has de
hacer.~
Sa ulo se leva nt ó ciego;
y
los que le accompa–
iiaban le llevaron
a
la ciudad, donde perma–
neció tr es <lias sin comer ni beber. Pasado este
ti empo, un dis cí pulo Annnías, movido por un
aYiso celeste, se prese ntó en casa de Saulo
y
despues cJe haberle hecho recobrar Ja vista
im po ni endo le la manos , lo bautiz ó (3 -1-). Desde
este momento el perseguiJor se convirtió en
un o de los mos ce lo os defensores de la fé de
Cri sto, sie ndo con sicJ erodo por sus as iduos
y
fecundos trabajos como el ap ó tol de la s gen tes.
VGcacio:n ele
los
gentiles -
En un
principio el Evongelio fu é anunciado solamente
ú
los judíos ; pu es nunqne Jes ucri sto habia di–
cho que seria predi cado en toda la tierra, era
tal el odio que los judí os tenían
á
!Qs extranje–
ros, que los mi mos di cí pulos creían que solo
el puebl o de Israe l era digno de r ecibir la
buen a,
nueva.
Fué necesar io un nu evo aviso del Cielo
para que los ge ntí les fuesen llamados al seno de
Ja Iglesia. Vivía en Cesárea un Centurion de la
cohorte italiana, llamado Cornelio, que era cari–
ta t.ivo
y
practi-cabn
todas
las virtude ; una
no che tuvo una vision, en la que un ángel le
dijo que mandnse por Pedro para que le ins–
truyess e. Al di a siguiente Pedro que estaba en
Joppé, había subido
ú
orar
á.
lo alto de su
casa,
y
estando en ora cion vió los Ciclos abier–
tos,
y
un gran mantel qu e bojaba sobre la tiel'l'n
lleno de toda clase de animales;
y
oyó una voz