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G5 -

hombres sino

á

Dios.

»

A estas palabras Ana–

nías cayó muerto; Safira que ignoraba esto sos–

tuvo la misma mentira

y

sufrió igual castigo.

E!eccion de los diáconos -

Aumen–

tandose cada dia mas

y

mas el número de fieles,

los apóstoles, para atender de preferencia

á

la

predicacion, eligieron siete di áconos, que de–

bian servir en las mesas

y

cuidar especialmente

de Jos viudas

y

de los huérfanos. Uno de estos

di áconos fué San Estevan, qu·e an imado por un

santo celo por Ja convrrsion, se atrajo el odio

de los judios. Acusado como blasfemo fué con–

dr.nado

á

muerte ·;

y

sacado de la ciudad para

ser apedreado, el protomártir se arrodilló para

morir,

y

viendo el Cielo aLierto dijo: < Dios

mio, no les imputes este pecado.»

Con.v ersion de Saruo -

Entre los mas

encarnizados enemigos de los cristianos se dis–

tinguia un jóven é instruido fariseo llamado

Sau lo , natural de Tarso, el .que durante el mar–

tirio de S. Estevan, guardaba las capas de los

que lo apedreaban. Sabiendo Saulo que un gran

número de fieles se habian refujiado en distin–

tas ciudades huyendo de la persecu<.:ion, se

présentó

á

los Sacerd ot es

y

les pidió cartas de

recomendacion para la Sinagoga de Damasco,

á

donde se dirijió con el objeto de pcrsegui1·

á

los

cristianos . Mas por el carnina fué derrivado en

tierra

y

oyó una voz que le dijo: -

«

Saulo,

Saulo, ¿por qué me persigues? » -

«

¿Quién

eres tú, Señor?>) respondió Sau lo. -

«Yo soy

Jesus

á

quien tú persigues, contestó la voz,

dura cosa es para tí dar contra el aguijan.»

1:í