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hombres sino
á
Dios.
»
A estas palabras Ana–
nías cayó muerto; Safira que ignoraba esto sos–
tuvo la misma mentira
y
sufrió igual castigo.
E!eccion de los diáconos -
Aumen–
tandose cada dia mas
y
mas el número de fieles,
los apóstoles, para atender de preferencia
á
la
predicacion, eligieron siete di áconos, que de–
bian servir en las mesas
y
cuidar especialmente
de Jos viudas
y
de los huérfanos. Uno de estos
di áconos fué San Estevan, qu·e an imado por un
santo celo por Ja convrrsion, se atrajo el odio
de los judios. Acusado como blasfemo fué con–
dr.nado
á
muerte ·;
y
sacado de la ciudad para
ser apedreado, el protomártir se arrodilló para
morir,
y
viendo el Cielo aLierto dijo: < Dios
mio, no les imputes este pecado.»
Con.v ersion de Saruo -
Entre los mas
encarnizados enemigos de los cristianos se dis–
tinguia un jóven é instruido fariseo llamado
Sau lo , natural de Tarso, el .que durante el mar–
tirio de S. Estevan, guardaba las capas de los
que lo apedreaban. Sabiendo Saulo que un gran
número de fieles se habian refujiado en distin–
tas ciudades huyendo de la persecu<.:ion, se
présentó
á
los Sacerd ot es
y
les pidió cartas de
recomendacion para la Sinagoga de Damasco,
á
donde se dirijió con el objeto de pcrsegui1·
á
los
cristianos . Mas por el carnina fué derrivado en
tierra
y
oyó una voz que le dijo: -
«
Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? » -
«
¿Quién
eres tú, Señor?>) respondió Sau lo. -
«Yo soy
Jesus
á
quien tú persigues, contestó la voz,
dura cosa es para tí dar contra el aguijan.»
1:í