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léjos de la casa de su padre, cuando este le vi ó
y
le reconoci ó ; y corriendo á su encuentro se
arrojó en sus brazos y le cubri ó de besos. Eo–
tónces el hijo pródigo dijo : Padre mio, he pe–
cado contra el Cielo
y
contra ti, ya no soy digno
de llamarme hijo tuyo. Pero el padre, lleno de
ternura dijo á sus criados : «Traed al momento
la mejor ropa y vestido, ponedle un anillo en el
dedo,
y
zapatos en los pies y matad tarnbien la
ternera mas gorda : comamos y bebamos; por–
que este hijo mio estaba muerto y ha resucitado,
se había perdido
y
ha sido encontrado. Mien–
tras tanto el hijo mayor vino del campo; y cuan -
do oyó la música y el ruido del baile, llamó á
un criado para informarse de lo que sucedia. Tu
hermano ha vuelto sano, le contestó el criado,
y
tu padre ha hecho malar Ja ternera mas gorda
para celebrar su venida. El hijo mayor resentido
se quejó del recibimiento que á su hermano se
hacia ; pero el padre le dijo : Hijo mio, tú estus
siempre conmigo, y todo Jo que tengo es tuyo ;
pero er& preciso que nos alegrasemos, porque
tu hermano estaba muerto y ha resucitado, se
había perdido y ha sido encontrado.
»
Queriendo Jesus infundir en el pueblo el des–
precio de las riquezas y dar una idea de Ja jus–
ticia
divina~
entre otras palabras, dijo :
cr
Ba–
bia un hombre muy rico que se vestia de púrpu–
ra
y
lino,
y
tenia esplendidos banquetes ; tam–
bien hábia uno muy pobre,
llamado Lázaro,
que cubierto de úlceras se sentaba
á
las puertas
del rico y que hubiera deseado alimentarse con
las migajas que caian de la mesa de este ; pero