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VIDA

res, madre ae misericordia, nuestra vida despues de Dios,

. todo nuestro consuelo, toda

nuestra

esperanza, nues–

tra mediadora omnipotente para con su Hijo, como dicen

los santos padres con toda la Iglesia; ha poseído

en

todos

los tiempos el corazon de todos los verdaderos fieles;

y

la devocion

á

la santísima Vírgen en todas las edades

de

la Iglesia

ha

sido en parte el

carác~er

de todos los esco–

gidos. De aquí aquella priesa, aquellas ánsias , aquel ze–

lo vivo

y

ardiente de todos los santos padres

y

todos los

santos en publicar las grandezas, las prerogativas, el po–

der

y

las alé}banzas de

la

santísima Vírgen.

Teneros una particular devocion,

ó

beatísima Vírgen,

exclama san Juan Damasceno, es tener aquellas armas de–

fensivas que pone Dios en las manos á todos aquellos que

quiere salvar:

D ev Dtum tibi esse,

o

beata Virgo, est ar–

ma qucedam habere

,

quce Deus iis dat quos vult salvos

fieri.

Aunque gemimos todavía en el lµgar de nuestro des–

tierro, dice san Bernardo, hemos enviado delante de -nos–

otros una abogada, la cual, siendo madre de nuestro Juez

y

madre de li.dsericordia, tratatá eficazmente el nego–

cio de nuestra salvacion. Consiento, santísima Vírgen, aña–

de

el

mismo Santo, convengo que no hable jamás

de

vues–

tra misericordia .,

y

la b ::>ndad coa que aos miras, si

hay alguno que puede decir que no le has socorrido en

la necesidad cuando te

ha

invocado con fervor

y

confian–

za :

Siteat misericordiam

tuam, /?irgo

beata: si qt1-is est

,

qui

invocatum te in 1re.cessitatibus suis, sibi meminerit de-

fuisse.

Es comun sentir de todos los padres de la Iglesia,

que una de las señales mas ciertas

y

inenos equívo–

cas que podemos tener sobre la tierra

de

nuestra predes–

tinacion, es la tierna devocion á la santísima Vírgen. Es–

to es lo que hace decir

á

san Anselmo estas bellas palabras:

(e

Así como es necesario, benditísima

V

írgen, que perez–

,, ca cualquiera que os, mira con aversión,

á

qu.ien vos

,, despreciais; así no es posible que no se salve aquel

á

quien

,, vos honrais con vuestra benevolencia,

y

que despues

de

.,, Dios pone en vos toda su confianza.''

En el mismo sentido

y

con el mismo fin la dirige san Agus–

tin estas palabras:

(e

Vos sois la única esperanza de los peca–

,., dores, santísima Vírgen: por vuestra intercesion esperamos

,, conseguir el perdon

de nuestros pecados,

y

los

premios

eter-

/