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DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN.

313

solemnidad; pero se puede decir, que esta universal so–

lemnidad

es

inas célebre en Francia que en otras partes,

desde que el rey Luis

XIII.,

-por sobrenombre el Justo,

de

gloriosa memoria, consagró solemnemente el año 1638,

el 15 de agosto, su persona, toda la familia real

y

su

reyno

á

la santísima Vírgen, no con un voto secreto·

y

formado solamente en su corazon, sino públicamente en

la iglesia metropolitana de nuestra señora de París , con

un voto solemne y perpetuo,

el

mas auténtico que qui–

ha ya hecho jamás un rey cristiano, pues le hizo co–

mo David en presencia de su pueblo:

In conspectu omnis

populi ejus

;

y ordenó se publicase en todos los

1

ugares

de su obediencia,

inter~sando

en éllo

á

todos sus súbdi–

tos, queriendo que se renovase todos los años el dia de

la Asuncion esta solemne consagracion, exponiendo el San–

tísimo Sacramento,

y

haciendo una procesiou general to–

das las ciudades del rey no para fi'acer eterna su me1no–

ria. Este es el orígen

y

el

fin

de las santas

y

solemnes

procesiones que se hacen todos los años en toda la Fran·

cia el día de .Ja Asuncion ,

y

que son otros tantos testi–

monios públicos con que nuestros reyes protextan que

han

puesto baxo la proteccion de la

san~ísima

Vírgen todo su

reyno,

y

toda · su real familia, y que la reconocen por

su Soberana con este culto solemne

y

público. Despues

de este acto de religion de tanta edificacion , se ha ob–

servado que el reynado de nuestros reyes ha sido una con–

tinuacion de prosperidades, todas las mas insignes;

y

que

la

Francia es el

reyno

mas

floreciente del universo•

. §.

XXXI._

La

devocion

de la santísima Virgen hace en

parte

-

·el

carácter de todos los escogidos

,

y

ha sido

'

1nuy

comun en todos los verdaderos fieles.•

Es

verdad 9ue. la tierna devocion

á.

la santísima Vfrgen

nació con la Iglesia. Desde que se conoció al Hijo, se amó

á

la Madre, se la dió un culto muy religioso, se la pro–

fesó un zelo de los mas vivos,

y

una confianza

casi

sin

límites. Asil9 de todos los

infel~ces,

refugio de

los

pecado-