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n ·A. · ·
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mas vivos sentimientos de estimacion, de amor
y
de re–
conocimiento, no miró desde entonces á la santísima
Vír~
gen sino como al templo vivo de la divinidad, 'como'
á'
]a madre
dél
Mes:fa.sy del Redentor, y como
á ·
la Rey-
na de ·los ángeles·
y
hombres.
·su
veneracio.n hacia ·élla 'S'e
aumentó con su ternura,
y
su amor á élla ere.ció con su res–
peto. La admiraba como
á
la mayor de todas las maravi...
llas:
la
reverenc~aba
como á la mas santa que hubiese babi
do jamás en la tierra: la honraba como-
á
la persona mas
respet.able" del~unive·rso;
y
sus cuidados, su atencion
y
sus
'ofi~;ios corresp~nd-iéron ·
en
tódo
ár
su estimacion,
á
su ve–
neracilc:>n
y
á -sü ternura. La ·santísima Vírgen pasó de es-
te modo con su casto Esposo los seis meses de su preñado,
viviendó
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entrámbos en un perfecto recogimiento,
y
en -
una contínua meditac'ion de un tan inefable misterio. Es-
te era el asuntó ordinario de ,sus conversaciones, las cua–
~es
eran todas espirituales. _Mas.
semejant-.éslo"s dos espo–
sos
á
los ángeles que á los hombres pasáron su vida en
una perpetua adoracion, acompañada de los sentimientos
del mas vivo reconocimiento
y
del rilas puro amor. ¡Con
qué profusion derramaba Dios sus mas insignes favores
y
~us
<;:e1estiales t_esoros' sobre
e·~tas
pos almas privilegiadas!
¡
<:on qué ternura se comunicaba" Dios
á
úno y ·
á
ótro!
No se duda que desde que se obró el inefable misterio
de la Encarnacion, tuvo la santísima Vírgen continuamen-
te
tin
gran número de ángeles destinados únicamente
á
la
conservacion
y
custodia de su sagrada persona, como tan
necesaria para la salvacion d.e los hombres, como tari
amada de Dios
y
n respetada de todo el cielo_.
., Se llegaba el
t
mino de los nueve meses del preña–
do de María, cuando queriendo el emperador Augusto te–
ner un estado
y
razon puntual de las fuerzas
y
rentas
del imperio, mandó hacer la descripcion de todos
sus
súb–
ditos, entre los cuales se comprendían los judíos;
é
im–
puso uri'a capitacion
gener~l ~
la
ccual
era un tributo en
que se pagaba un tanto por cada cabeza. Para ello hizó
publicar un edicto
e~
que se
man~aba,
que para ·evitar
la confusion fuese cada uno al lugar de su orígen,
se
hi~
dese matricular en ·Jos registros pliblicos,
y
se pagase
por cabeza la suma señalada; como ' se "dixo en la vida
de Jesucristo. En
~todo
esto
no
tenia -el Empeilador
si-no