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!2 57'

que estaba

dota~a

la .ganáron muy desde los principios el

corazon y la estimac10n de las devotas matronas, desti–

nadas

á

educarla. Jamás se vi ó educacion mas bella, mas

feliz,

y

que costase menos. El tesoro de gracias, de vir–

tudes ., de merecimientos con que el E spíritu santo la ha–

bía enriquecido desde su inmaculada concepcion, y que

élla aumentaba todos los instantes por su fiel corresponden–

cia, se desplegaba todos lo días

á

los ojos de cuantos la

veían; y si decimos que d

de entonces era

ya

mirada ca–

mo la maravi lla de su sexo, como el prodigio de su si–

glo

y

con un milagro de inocencia, nada tendrán de pon-

deracion estas expresiones.

·

DE LA SANTÍSIMA

VÍRGEN.

§.

XII.

El mode> cómo vivió la santísima Vírgen

todo

el

tiempo que

estuvo en el temp!<J.

Jamás se vió un conjunto tan .completo de prendas

y

de

vi rtu es, todas las mas raras

y

las mas eminentes. Todas

l a persona <> que velaban sobre élla , estaban tan admira–

da de lo que veían en élla, que la miraban como un mi–

lagro de santidad,

y

como el mas g rande

y

mas rico te–

soro que habia h abido jamás en el templo.

En efecto, nunca hubo en el templo una vírgen mas

pura que María, dice san Ambrosio en la excelente pintu·

raque nos hizo de esta Señora. Su modestia daba un nue·

vo b rillo

á

su peregrina belleza,

y

su mansedumbre un

nu ¿- vo realce

á

su tnodestia: cada una de sus acciones te–

nia

un

e.u

cter particula r de santidad; has ta en su profu n–

d a humildad se descubría un ayre magestuoc;o. Meditaba

mucho,

y

hablaba poco, dice el mi smo Pad re: el amor

divi no en que e. taba abrasado su corazon 1a hacia amar el

retiro,

y

no hallar gusto sino en las íntimas comunicacio–

ne que tenia continu amente con su amado. N unca se la

vi ó ociosa: la oracion, el trabajo de manos,

y

la lectura

de los libros san tos, de los que tenia una inteligenci a infu ..

sa

y

pro fu nd a , ocupaba n todo su tiempo. Su espíritu siem-

. pre de acuerdo con su corazon, no perdí a jamás de vi ta

á

aquel á quien élla sola amaba 1nas ardiente

y

mas per-

Torn. 171.

R