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VIDA

bres un a

cor:itínua

inaccion, fuéron para esta Señora un

fon do de

pé rfecciorn~s

y

de ·mér itos. En su primera san–

tificacion, dice s.a n Vicente Ferrer , r·ecibió la gracia .con

m as ple n_itud que todos los santos

y

ángeles juntos; de

sue rte , que aunque todos los serafines, aquellos espíritus

c eles ti ales que son todó fuego, juntarán todos sus .divinos

a rdores,

n0

~gualarian

con mucho

a l

ardor

q~e

María sin-

tió en el p r imer instante ·de ·su vida.

'

No se púede dudar, dioe un gran s-ie-rv·o de

María~ ~

.

.que el alma que infundió Dios en el cuerpo

de

la santí–

sima Vírgen cuando fue concebida, fue la mas hermosa

que babia habido j amás añtes ·del alma de Jesucristo;

y

no solo

fue el al tn a

m as

pe r fecta .del mundo ; sino que

se puede dec ir tambien que fue la m as . excelente obra

que

ha bia

salido de las manos

<lel

Criaddr; ·

y

para

en ~

..

contra r alguna cosa mas grande en la naturaleza., es ne'-

. cesario, dice el beato Pedro Damiano, subir hasta el

mis–

mo Auto r de la na t uraleza:

Opus quod solus opifex

super–

greditur.

¡

Qué de luces, qué solidez; qué e1evacion elil su

espír itu!

j

qué

docilidad en su voluntad! ¡qué ternura,

q·ué magnanimidad, qué extension, qué

purez~

en aquel

co rn zon del que Dios solo

fue

siempre dueño! ¡qué in–

clina cio nes

mas

conformes

á

los movimientos de

la

gra–

cia· !·¡

qué

oa

t u

ral

in"a s

suave,

mas

perfecto, mas suscep–

tible de las imp res iones del Espíritu santo! Ved aquí cuá–

les fu éron 1os

primeros frutos

de la primera gracia

de

María.

,

A esta alma pri vilegiada., continúa el mismo Orador

sagrado ·,

se la babia preparado un· cuerpo tan

h~rmoso,

que el gran sa'n Oionisio confesaba cincuenta años des–

pues, que · no podia ·mirarle sin quedar deslumbrada ·su

vista;

y

q ue la hubiera adorado co_mo

á

una diosa, si l!i

fe no le hubiera enseñado

que

en el mundo

no

babia

sino:

una sol a divinid ad.

'

Desde

el instante pr imero en que esta. alma, toda

her–

mosa

y

s in máncha, fue unida á un tan hermoso cuer–

po, em pezó

á

amar.

á

Dios mas

ardie~teménte

que todos

los

se rafi nes; d e suerte,

que lo mismo

fué

.empezélr

á

·vi–

v i. r., qu e prest a r sus órganos aquel cuerpo t?n perfecto

á

t odac;; la\ fun dones de la vida r acional

y

espiritual.

Habiendo recibido con la

gracia

santific.-a nte, comó se