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VIDA DE CRISTO

se1· mirada como uno de los mas preciosos tesoros del

n1undo cristiano.

El santo sudario fue transportado despues á Vercel por

1notivo de las guerras; despues á Niza, de donde fue

vuelto otra vez á Vercel; hasta que al cabo de veinte

y

seis años,--poco mas ó ménos, fué vuelto á Chamberi

el

año

de

1562,

y colocado en su santa capilla, en donde perma..

neció hasta el año de 1578. Sabiendo el duque Manuel Fi–

liberto, que san Cárlos Borromeo, arzobispo de Milan, ba–

bia resuelto ir en per.egrinacion á Chamberi á adorar el san–

to sudario, quiso ahorrarle el trabajo de un tan largo y

tan penoso viage, haciendo llevar el santo sudario

á

Tu–

rin, en donde desde entonces se guarda con mucha venera–

cion

en la iglesia metropolitana.

Por mas obscura, y tal vez poco cierta que pueda ser

la verdadera época en que

se

traxo esta santa reliquia al

Franco-condado

y

á los estados del duque de Saboya.., no

puede dexar de escandalizar

á

los fieles la licenciosa críti–

ca de algunos escritores , que por no sé qué genio fasti–

dioso, siempre poco favorables á las mas santas reliquias,

parece no ponen su estudio sino en ver cómo han de des–

truir,

ó

á lo ménos entibiar la devocion de los pueblos

para con este sagrado depósito, contra el testimonio de la

mas venerable tradicion, y á vista de la autenticidad de

los milagros de que parece servirse Dios todos los dias pa–

ra confirmar la devocion de los pueblos, y su piadosa cre–

dulidad, sin embargo de ver la piedad de los mas ilustres

-personages distinguidos por -su mérito y por su santidad;

á pesar en fin de la opinion tan sábia de los mayores

y

mas

erudito~

prelados, y hasta de los soberanos pontífices

por lo <µie mira á esta insigne reliquia.

El evangelista san Juan finaliza la historia de la vida

de Jesucristo, diciéndonos que el Salvador hizo otros

mu–

chos prodigios á mas de los que están escritos

(Joan.

21. ).

Hizo Jesus, dice el Evangelista, otras tnuchas cosas, las

cuales si· quisiera yo referirlas en particular, pienso que en

todo el mundo

no

podrian caber los libros que sería me–

nester escribir para éllo.

Nec ipsum árbitror mundum ca–

pere posse eos qui scribendi sunt libros.

Con esta expresion

quiere significar el Evangelista, que no era posible referir

por menor todas las acciones, milagros. y palabras

de Je-