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SENOR NUESTRO.

209

vado

y

han llegado hasta nosotros. -Lo que hay de e ierto

en esto, como ya se ha dicho hablando del santo sudario

de Besanzon, es que el de Turin nos vino de la Pales–

tina, habiendo querido Dios que estos sagrados despojos

estuviesen en poder de los cristianos

y

t ambien de los in–

fieles, hasta que por una disposicion impenetrable de la·

divina providenc·ia, habiendo caido todo el

Orie~ te,

por se·

cretas juicios de Dios, baxo la dominacion de los infieles,

todo lo que babia servido de instnunento á la pasion

y

muerte de Jesucristo pasase

y

se conservase en t ierra de

cristianos.

Lo que se sabe de mas cierto tocante

á

las aventu ras,

por decirlo así, del santo sudario de Turin, es .que en la

decadencia del imperio de los griegos, habiéndose apode–

rado los príncipes franceses de Constantinopla

y

del im–

perio de Oriente, esta preciosa reliquia, como otras mu–

chas, fue guardada en aquella ciudad imperial hasta fines

del siglo XU ó principios del Xlll, en que los e1npera–

dores de Constantinopla la regaláron, segun se cree,

á

los

príncipes de la casa de Lusiñan, que poseían el reyno de

Chipre. Habiendo muerto Juan

111

ó Jual) el postrero, rey

de Chipre, el año 1473, dexó los reynos de Chipre , de

Jerusalen

y

de Armenia

á

Carlota, su hija única ., que fué

coronada en Nicosia por reyna de los tres rey nos en 1485;

pero poco despues, habiéndose rebelado J ayme, hijo natu–

ral de Juan

lll,

usurpó el reyno;

y

ayudado del Soldan

Melec-Ella , echó

á

1§1.

rey na de todos sus estados. Esta

Princesa se retiró

á

Saboya, donde era duque Cárlos su

sobrino;

y

habiendo ido despues

á

Roma., hizo donacion de

sus reynos

á

dicho Cárlos duque de Sabaya ., su sobrino,

en presencia del papa y de muchos cardenales.

Cuando Carlota se retiró

á

Sabaya, t raxo cons igo á la

princesa de Charni su parienta, que era depositaria del

santo sudario, el que traxo consigo, y le conservó como

por milagro, dice la historia; porque habiéndola robado

su equipage , en el cual estaba la rica caxita en que estaba

encerrada esta preciosa reliqui a , queriendo los ladrones

partir por medio el santo suda rio e n la d ivision que ha–

dan del robo, al ir uno de éllos á corta r le, quedó de re pen–

te sin movimiento en las manos .

y

al mismo tiempo se

sintió acometido de una enfern1edad mortal. Habiéndose

Torn. /71.

O