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VIDA DE CRISTO
tela es sumamente fin a , y está cogida en una infinidad de
pliegues
y
de ·replieges, de suerte que teniendo ocho pies
de largo
y
cinco de ancho, está reducida
á
un muy pe–
qu eño volúmen; sin embargo, está tan entera y tan nueva
despues de tantos siglos como si acabara de salir de las
manos del artífice, al paso que las estofas que la rodean
se gastan
y
se rasgan en fin por sus pliegues, y necesitan
renovarse despues de pasados algunos años.
i
Nó se puede
decir que esta visible integridad del sudario de Besanzon
es un milagro permanente, que confuqde la mas 1naligna
incredulidad,
y
que no tiene por donde morderle la críti–
ca mas severa?
Así se ven pocas santas reliquias que se guarden con
mas cuidado,
y
que se reverencien con tanta religion. El
santo sudario está encerrado en un cofrecito de plata so–
bredorada , está envuelto en un raso carmesí,
y
dicho co–
fre de plata sobredorada está dentro de una caxita de rna–
dera, forrada por dentro de una estofa de las mas pre–
ciosas-; está cerrado con cinco cerraduras todas diferen–
tes, de las que cinco canónigos guardan cada úno su llave:
este sagrado depósito está detras del altar, que se llama
del santo Sudario, en un armario cerrado con tres llaves,
que guardan tres distintas personas; á mas de esto, es me–
nester todavía pasar, para llegar á él, por dos puertas,
una de las cuales está forrada con planchas de hierro. To–
dos estos cuidados y precauciones, despues
d~
tantos si–
glos, muestra bastante la veneracion que se tiene áesta pre–
ciosa reliquia, y la estimacion que se hace de élla: se mani–
fiesta públicamente el santo sudario dos veces al año con
una magnífica solemnidad; en la
Pascu~
le muestra el se–
ñor arzobispo ;asistido de dos canónigos;
y
el dia de la
Ascension hacen esta augusta ceremonia dos señores ca–
nónigos al son de las
car~
panas
y
al ruido de toda la ar–
tillería de la plaza.
(Chifflet, de Lint, sepulc.)
El historiador arriba citado
refiere una infinidad de milagros obrados por esta preciosa
reliquia, y autorizados con actas tan auténticas que no
se pueden poner en duda sin temeridad. Muchos ciegos
han recobrado repentinamente la vista con solo tocar el
santo sudario,
y
éstos en presencia de infinitas gentes que
han
s~rvido
de testigos. Se ha visto tambien un pobre cie-