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VIDA Dlf CRISTO
resucitados
y
gloriosos, este divino cuerpo, del
que
ja–
más se habia separado la naturaleza divina, pasó por en–
tre la piedra del sepulcro sin moverla ni hacerla ningu–
na abertura. A este tiempo se sintió un temblor de tierra
alrededor del sepulcro: un ángel baxó del cielo, echó
á
un lado la piedra que cerraba el sepulcro,
y
se sentó
encima de élla. Su é,ara era n1as resplandeeiente qüe un
relámpago, y sus v·estidos mas blancos que 'la nieve. Los
soldados que guardaban el sepulcro quedáron. tan atur-
'
didos y espantados del estruendo y de los <lemas prodi–
gios, que quedáron· como muertos: lu"ego que volviéron
en sí, echáron
á
correr
~tónitos
y
perdidos,
y
se fuéron
medio muertos
á
contar al sumo sacerdote
y
á los ma–
gistrados todo lo que hábia sucedido,
y
tódo lo que ha–
bian visto, hasta las menorescircunstancias. Añade el Evan–
gelista que al tiempo de la resurreccion del Salvador, ha–
biéndose abierto muchos sepulcros, resucitáron muchos
cuerpos de Santos, como para hacer mas glorioso el tritJn–
fo de Jesucristo,.que salia victorioso de aquelros lugares
substerráneos, despues C;le haber puesto en libertad á tantos
ilustres esclavos.
Llegan en fln, las santas mugeres
y
se pasman de no
hallar guardias en el sepulcro, de ver quitada la piedra
del sepulcro,
y
abierto el monumento;
y
todavía se pasman
mas , _cuando habiendo entrado en él, no encuentran el
cuerpo adorable de Jesucristo. María Magdalena, suma–
mente afligida, vuelve corriendo á Jerusaten,
y
toda llo–
rosa, dice
á
los a_póstoles que ·el sepulcro estaba abierto
7
,
pero que no babia. encontrado en él el cuerpo de su buen
Maestro. Las otras inugeres, inmobles junto al sepulcro, no
sabian qué partido tomar: en esta perplexidad, estando
hablando entre sí, viéron dos ángeles en figura humana,
rodeados de una luz
y
resplandor celestial: uno de los cua–
les las dixo: Niugeres, no temais; sé que buscais
á
Jesus
Nazareno, que há sido crucificado estos días, iha resuci–
tado, no está aquí; venid,
y
veréis el lugar en donde lo
hab ian puesto: id al instante á buscar
á
sus discípulos,
y
decidles
á
todos, especialmente
á
Pedro, que estará
án~
tes que él1os en Galilea,
y
que allí le verán despacio, co–
mo se lo habia prometido. Las santas mugeres, ocupadas
y
llenas
á
un mismo tiempo de temor, de
g~o
y
de ad-