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·mi ración se vuelven

á

-1a

· ciudad.·sin•pens·ar· ñfihiblar si–

no de lo que habian visto.

§. .

LXIII.

1

¡:

Aparécése Jesucristo.

·a

la Magélalena

y

á

las ·otras

santas mugeres.

Mientras que pasaba ·esto .en el sepulcro, habiendo en–

contrado Magdalena

á

san Pedro

y

á

san Juan, les dice que

se han

l~evado

del sepulcro el cuerpo de su

1

buen Maestro;

y

no sé , añade

llorando~

qué se ha hecho de

él.

Dicho es–

to, se vuelve al punto al sepulcro. Corren tras élla Pedro

y

Juan: llegaJuan primero;

y

habiéndose baxado para

mi~

rar hácia dentro, vió las mortajas en que babia estado en–

vuelto el cuerpo, las cuales estaban en tierra. Habiendo lle–

gado Pedro, entra en el sepulcro,

y

Juan tras él,

y

ven

á

-un lado la sábana en que se envolvió

e~

cuerpo,

y

al otro

lado cogido el sudario con que se cubrió la cabeza; lo que

les hizo creer que el cuerpo de su buen Maestro babia sido

-llevado de allí, como Magdalena les habia dicho, sin pen–

sa:r en que el Salvador les habia

ase~urado

que resucitaría

.tres dias despues de su muerte; y ·ast, oprimido el éorazon

de dolor, se vuelven

á

Jerusalen. Pero Magdalena, á quien

nada era capaz de consolar, no se movió de allí, resuelta

á

informarse

á

cualquier precio de cuanto babia pasado.

Vuelta otra veg á ver el sepu!cr.o; advirtió que babia en él

dos

ángeles,~

los.·que la ·

·Q.ixéran..:

Muger

:,-i

por qué lloras?

Porque me han lleyqdo á mi Señor, les respondió,

y

no sé

dónde le han puesto. A este tiempo, habiendo vuelto hácia

atrás, vió

á

Jesus que estaba allí en pie, el cual la dixo: iPor

qué lloras, muger?

i

á quien b4scas? Magdalena rio cono–

ció

á

Jesus; antes ,bien pensando que era el hortelano que

cuidaba del ·huertoenque·estaba el sepuldro:, le dixo:

Señor~

si

tu

le has.llevado, dime dónde le has puesto,

y

yo lo to–

maré. Entonces Jesus, llamándola por su nombre, la dixo:

María. A esta palabra le miró;

y

habiendo conocido que el

que la hablaba era Jesus, exclamó: Maestro,

y

postrándo–

se

á

sus pies, quiso besárselos; pero el Salvador se lo emba–

razó; porque Magdalena, dice san Lean, creía entonces que

Tom. VI.

M