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SEÑOR NUESTRO.

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llos dias. Esto fue tambien lo que obligo

á

los doctores

y

al pueblo luego que san Juan empezó á predicar, á per–

suadirse qüe el nuevo predicador pod ria se·r muy bien el

Mesías:

Ne

forte

ipse esset Christus.

§.

11.

Cumplimiento de las profecías en la persona

de Jesucristo.

-

No hubo uno de los demas profetas que no anunciase

al Mesías, ninguno que no descubriese en sí algunos ras–

gos tan expresos y tan circunstanciados del nacimiento, de

la vida, de la muerte,

y

.de la resurreccion del Salvador,

que se puede decir, que su retrato estaba acabado mu–

chos siglos antes de su nacimiento.

David, aquel rey profeta, aquel hombre segun el co–

razon de

Dios

,

da en sus salmos la historia profética del

Mesias:

y no hay nadie que en la pintura que hace de él

no reconozca la historia abreviada, ó un compendio his-:

tórico de Jesucristo. En éllos se ven las promesas de la

venida del Redentor, de la vocacion de los gentiles á la

fé, del estaólecimiento de la Iglesia. El salmo segundo se

refiere únicamente al Mesías: en él habla el Profeta de la

divinidad de Jesucristo , de la extension de su imperio,

de su poder, de la cqnspiracion de sus enemigos,

y

del cas–

tigo que deben temer los que rehusen someterse

á

sus le–

yes. El tercero contiene una figura de Jesucristo en su

pasion. El veinte

y

uno su oracion sobre la cruz. El vein–

te y siete la persecucion de la Iglesia. El treinta y nueve

es la figura de Jesucristo, glorificadodespues de haber pa–

decido; y el cuarenta es una figura de la traicion .del pér–

fido Apóstol. ¡El sesenta

y

siete es una profecía visible

de la venida .de Jesucristo, de sus victorias, de los miste–

rios que se cumpliéron en su pesona,

y

del establecimien–

to de la Iglesia por sus apóstoles. El setenta

y

uno predice

la adoracion de los Magos. El ochenta y siete es una figura

sensible de Jesucristo, que ora

á

su Padre en el tiempo

de su pasion. En el noventa

y

seis describe David la segun–

da

venida de Jesucristo

á

juzgar

á

los vivos

y

muertos;

Tom. VI.

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