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SEÑOR NUESTRO.
II
mas incontestables milagros , de los que toda su vida no
es otra cosa qu e un t exido.
Despues de haber estado el mundo en . una especta–
cion de quatro mil años,
y
llegado el tiempo prescrip–
to
por Dios ,
y
señalado por los profetas para la venida
del Mesías , es tando los judíos esperando ver todos los
días , segun su cálculo, comparecer el Redentor que era
t an ro tiempo babia el objeto de sus votos
y
promesas,
se
vió en fin r:iacer el que debía ser su precursor: Juan
Bautista, digo, aquel hombre maravilloso, cuya voz, se–
gun
l
aías, debir¡ hacerse oir en el desierto,
y
decir á
gri tos :
Preparad el camino del Señor, enderezad las sen–
das de nuestro Dios, porque su gloria se va á manifes–
tar, y
toda carne verá el cumplimiento de lo que ha sido
prometido
(
lsai.
40. '):
aquel ángel mortal de quien Dios
había dicho por boca del profeta Malaquías:
Veis
aquí
que envio mi ángel, el .cual dispondrá el camino delan–
t e de
mí
(
Malach.
3.):
finalmente, aquel nuevo Profeta
y
mas que pro feta, que no debía anunciar el Mesías
futu–
ro como lo habi an hecho todos los ótros, sino que de–
bía
mo trarle como
ya
presente , como en efecto lo
hizo,
cuando al ver
á
Jesucristo, exclamó:
Mirad el Cor–
dero de D ios , veis allí el que quita los pecados del mundo;
y ·
cuando en otra ocasion dixo :
En medio de vosotros hay
11110
que co11oceis
:
él es el que debe venir despues de
mi,
aun–
r¡ue es antes que yo
,
á
quien yo no soy digno de desatarle
las correas de los zapatos (Joann.
r. ).
S
alfo qué maravillas se obráron en la concepciou
de Juan Bauti ta,
Guyo
mini terió de precursor del Me–
í
nun
ió
1
ángel
an Gabriel, cuando le dixo á Za–
arí
:
que
in
mbargo de su abanzada edad,
y
de la
1
rerilid d d
su e
po a
Isabel, tendría un
hijo
que
maria
Juan.
§.
IV.
La conc pcion de J esucristo.
b 11 ba I ab len el exto me de u preñado, cuan-
l jn
l
n
bri
l
fu
n ia
por
Dio
á
azaret
anun iJr u on
pcion ,
y
l
nacimi neo milagrOl o de