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VIDA DE CRISTO
ger el pan de los hijos,
y
echarle
á
los pe.rrós. Es
ver~
dad, Señor, replfo:ó la muger; pero
á
lo menos no
se
les
niega
á
los· perros las migajas que caen de la
m~sa
de
sus
amos. Embelesado entonces el Salvador de la fe y ·perse–
veranQia.deesta muger extrangera , la dixo: Muger, gran–
de
es tu fe, hágase contigo confor me
.d...
s as; y en aquel
mismo instante quedó su hija libre d
l
demonio que la
-atormentaba.
;
·
Como toda la vida de Jesucristo no era sino una séríe
c0ntinuada de milagros, no se veían en los caminos por
donde pcrsaba sino tullidos, ciegos, sordos
y
Cltros enferJ
1nos,
y
todos sanaban re pentiname nte; porque salia de él,
dice san Lúcas, una virtud que los curaba
á
todos(Luc.
6.).
Dió de comer otra vez .milagrosamente con siete paneci–
llos
y
algunos peces pequeños á mas de cuatro mil perso–
nas que le ·seguian tres dias habia;
y
llegando á Betsái–
d:a, dió vista
á
un ciego, poniéndole los dedos sobre los
ojos. Los fariseos y los saduceos, que no buscaban siao
como armarle lazos, le pidiéron que hiciese delante de
éllos. algun nuevo prodigio en el ayre; pero el Salvador,
·des pues de haberles echado en cara su incredulidad
y
su
hipocresía, dando un profundo suspiro, repitió lo que
ya
en otro tiempo babia respondido á ótros que le hiciéron
semejante pregunta; díxoles: Esta nacion perversa é infiel
pide un prodigio,
y
no habrá para élla otro prodigio sino
el
<lel
profeta Joná.s; es decir, aquel de que el profeta
Jo–
n ás fue figura; pues ei haberse tragado la ballena al Pro–
feta,
y
haberle vomitado de su vientre despues de haber
estado tres dias en él, significaban la muerte de Jesucris–
to, el tiempo que su cuerpo habia de estar en
el
sepul–
-cao,
y
el
milagro
de su gloriosa resurreccion.
'
.
§.
XXXI.
Confiesa san Pedro que Jesucristo es
.
el Hijo
fle
D_io~
,
y
el Señor le hace cabeza visible
1.
1
'de la Iglesia
Ha~ie~~o
Úo
el Salvador á .los
cont~~nos
de Cesarea
de FHipo ,
ciúdad
situad.a 'hácia el nacimiento
del ·
J
ordan,
.)