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DESPUES DE PENTECOSTES.

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hil mihi deerit

~

el Señor se digna cuidar de mí, nada me

faltará jamás en los dichosos pastos en que me

ba

colo–

cado:

In loco pascum ibi me collocavit.

Seamos fieles en

servirle ,

y

constantes en seguirle , que el que mantiene

á

todas las aves del cielo, no dexará morir de hambre

á quien le sirve. Aunque fuese preciso hacer los mayores

milagros , no dexará que jamás les falte nada á fos

que

le sirven. No es menester sino hacer reflexio.n

sobre

lo

que cuenta nuestro evangelio. Una tropa

de

gente de

cer–

ca de cuatro mil personas siguen al Salvador en el de–

sierto;

y

ocupadas únicamente

en

el gusto de verle

y

oir–

le, se olvidan hasta del alimento ,

y

no piensan en

bus~

car de,comer; pero este amable Salvador ·no se olvida de

éllos. El solo piensa en su subsistencia: me da compasion

esta multitud, dice á sus discípulos, porque ha tres

dias

que no me dexan,

y

no tienen que comer: si los envi0

á

sus casas sin c

omer, des

fallecerán en el camino , por–

que algunos han

venido.de

lejos. Pesa, medita, considera

todas estas pala

bras; no ha

y una que no. maniñeste aquel

fondo inagotable de bondad de que su corazon está

lle–

no en favor de los que no le dexan. Ningun apóstol pien–

sa en sus necesidades; tampoco piensan éll0s mismos; pero

Jesucristo los ama demasiado para no pensar en éllos.

Cornpadécese

y

lastimase

de

toda aquella muchedumbre,

ve sus necesidades, no aguarda

á

que se las representen,

sino que las previene él mismo. Piensa que tienen mucho

--iUe andar : piensa en la fatiga que les ocasionará el

ca–

mino: piensa en los accidentes que les podl!ian suceder;

y

al

misffi0 tiempo piensa en los medios de remediárse–

los.. Despues de esto., ifdebe haber el mas leve motivo de

desconfiar de su bondad, cuando se tiene la dicha de es–

.tar en su servicio? El conocimiento del Señor no es un

.cbnocimiento seco

y

estéril; conoce sus necesidades

y

las

remedia. iEs menester hacer uno de los mas estupendos

milagros para satisfacer su ternura? Nada le cuesta

el

hacerle. Con siete panes pequeños

y

algunos pececillos sa–

ció á aquella hambrienta muchedumbre.

¡Buen

Dios ,

y

cómo cuidas

de

los que os siguen!

¡Qué liberal

sois coa

vuestros

siervos!