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DESPUES DE PENTECOSTES.

369

cion.

i

Es de alguna consecuencia este importante

negocio~

i

merece nuestra aplicacion

y

nuestros

cuidados~

¡Ay

de mí! Se muere;

i

y

de qué sirve en la muerte

haber sido rico , poderoso , feliz en el cor.icepto

y

segun

la idea de las gentes del

mundo~

Se muere;

y

en la muer–

te lo perdemos todo. Todo se nos huye, la vida mas feliz

y

la mas larga no parece entonces sino como un sueño que

ya pasó. Se muere,

y

á

la hora de la muerte, nobleza, dig–

nidades, empleos, honores todo desaparece ; entonces se

conoce que todo esto no era sino vanos títulos ;

i

pero en

que voy

yo

á

parar, qué voy

á

ser? Si

soy

santo , esta

cualidad me resarce bien de la pérdida de todo lo demas;

pero si me condeno , si el infierno debe ser mi eterna mo–

rada, si de la -earna paso al fuego eterno,

i

quién me con–

solará sobre

mi

suerte~

iquién me indemnizará de mi pér–

dida, de una pérdida que me he fabricado yo , de una

pérdida que es irreparable

y

sin

remedio~

¡Y

se piensa en el negocio de la sal vaciori

á

sangre

fria!

¡y

pasarnos un solo día sin trabajar en él!

¡

y

quizá

haremos todas estas reflexioaes sin hacernos mas pruden–

tes ni mas cautos!

Haced, Dios mio, que llore yo mi ceguedad

y

mi errnr.

La

mayor parte

de

mis dias ya se pasaron ,

y

quizá

ao

he comenzado aún

á

trabajar en este negocio;

i

que no

mereceré si remito

y

difiero para otro dia el trabajar en

éH

P U N T O

S E G U N D O.

Considera qué sirve el dia de hoy

á

lo ricos que se

han

condenado haber tenido grandes rentas,

~aber

sido

cono~i­

dos

y

honrados ea el mundo, haber po eido hermosas

ue–

rras; porque

i

qué se puede dar en cambio, cuando uno se

ha perdido para

siempre~

He perdido el cielo, he perdido

á

Dios; pues todo se perdió,

y

todo se perdió sin remedio.

¡Ah,

cuanto han ganado tantos millones de mártir

s

perdiendo

la

vida por Jesucristo!

Un

tormento de algunos

momento , ó cuando mas de algunos días, y aun cuando

hubiesen pa ado mucho

años en los mas crueles

upli–

cios, las aflicciones del tiempo presente no tienen propor–

cion alguna coa la gloria futura. ¿Se puede jamás co.m ·

prar b

tan te

caro

la

pose

ioa,

la

felicidad

del mismo

Dios~

Tow. V.

Aa